Poco a poco, Colombia va entendiendo ¿Por qué es bueno dar empleo a personas en situación de discapacidad?. Al hacerlo ganan las empresas, los trabajadores y el país. Medellín, una de las ciudades con más ejemplos.
En Colombia, el 52,3% de las personas con discapacidad está en edad productiva, pero solo el 15,5% de esta población encuentra oportunidades laborales, según estadísticas del DANE. Cada vez más empresas alrededor del país le apuestan a cambiar dicho escenario, vinculando laboralmente a este tipo de población y descubriendo el potencial que hay detrás de la inclusión.
Promover el acceso al empleo formal para las personas con discapacidad es una de las diez principales recomendaciones que hace el Informe Alternativo de la Fundación Saldarriaga Concha al Comité de Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, publicado en el 2016. Esto no solo contribuye a la constitución de una sociedad más equitativa y “que construye una paz estable y duradera”, como lo menciona el informe, sino que impacta positivamente en los indicadores de las empresas que incorporan la inclusión social como una política organizacional.
La vinculación de personas en situación de discapacidad tiene un impacto positivo para la compañía empleadora en aspectos como el clima organizacional, el sentido de pertenencia y la motivación de sus empleados, el compromiso con la responsabilidad social e, incluso, la obtención de ciertos beneficios tributarios a partir de las leyes 361 de 1997 y 1429 de 2010.
Prebel, cuyo modelo de recursos humanos es referente en procesos de inclusión laboral de personas con discapacidad, ha evidenciado que variables como las mediciones del clima, la accidentalidad, la claridad organizacional y también la productividad son mejores al emplearla. “Nuestra premisa es vincular a las personas por su talento y competencias, no por su discapacidad”, afirma Catalina Arboleda, directora de Talento Humano.
Por ejemplo, el relacionamiento comercial, el servicio y la organización de Mariana, una de las 51 personas con discapacidad que trabajan en esta compañía y quien nació con síndrome de Down, son las aptitudes que la caracterizan en su trabajo como recepcionista de Prebel. “Lo que más me gusta de mi trabajo es que desde el portero hasta en la Presidencia me quieren, además de sentirme productiva y darle orgullo a mis papás”, cuenta Mariana.
“No se cohíban por el hecho que tengamos una discapacidad, simplemente arriésguense a ver más allá y conocer el talento que tenemos”, es la invitación de Alexandra Sánchez, víctima de una bala perdida que le generó un trauma raquimedular, quien también trabaja en Prebel.
Con el tiempo, esta compañía entendió que la inclusión laboral no solo se gesta contratando a dicha población, sino también contagiando a otras empresas y generando redes de aliados. Por esta razón, Prebel, así como muchas organizaciones incluyentes, se ha apoyado en iniciativas como Pacto de Productividad y la Escuela para la Inclusión del Municipio de Medellín. Ambas tienen como propósito fortalecer la inclusión laboral a través de la movilización empresarial, el fortalecimiento institucional, la formación para el trabajo y la articulación entre la oferta y la demanda del mercado.
Luis Bernardo Vélez, secretario de Inclusión Social, Familia y Derechos Humanos de Medellín, define a la Escuela para Inclusión como un espacio que brinda la oportunidad para laborar, derrumbar barreras y conquistar proyectos y futuros. “Ellos vienen a trabajar aquí el tema técnico de oficios pero también el tema de la vida, del ser, de recuperar sus sueños”, comenta.
El principal objetivo del espacio, ubicado en Barrio Triste de Medellín, es capacitar a la población en situación de vulnerabilidad –que no solo son personas con discapacidad, sino también ex habitantes de calle, personas en ejercicio o contexto de prostitución, población LGBTI, víctimas del conflicto, población étnica y afro, y adultos mayores–. Para esto, ofrece un módulo de capacitación de 40 horas, de las cuales 20 se concentran en la formación del ser y las otras 20 se enfocan en el hacer.
Así, las empresas que deseen contratar a este tipo de población pueden solicitar un perfil de acuerdo a sus vacantes y la Escuela para la Inclusión se encarga de encontrar los candidatos más adecuados. Además de esto, cuenta con la posibilidad de ofrecerles capacitaciones específicas impartidas por el SENA, de ser requerido por la empresa empleadora. De esta manera, prepara a sus usuarios para que estén formados y adquieran con responsabilidad un empleo formal.
En Colombia ya son varias las empresas que se han dado la oportunidad de vincular laboralmente a esta población. Colcafé, Comfenalco, Grupo Éxito, Hamburguesas del Corral, Susi y Compañía de Empaques son algunas de ellas. Elkin Botero, director de Calidad de Vida de esta última, afirma que para dicha compañía “su iniciativa y su objetivo, más allá de factores económicos, se trata de un tema de responsabilidad social y una forma de motivar a los empleados y operarios, para que nos diéramos cuenta que habían personas con capacidades diferentes que podían hacer las cosas igual o mejor que nosotros “.
Sara María, además de ser asistente de Gerencia en Compañía de Empaques, tiene su propio emprendimiento, TQM Creativo, que comercializa productos y diseños creados por personas con discapacidad intelectual. Desde pequeña, su familia la ha impulsado a ser una mujer independiente pese a las barreras sociales a las que se enfrenta una persona con síndrome de Down. “Lo que buscamos es decirle a la gente que viera la discapacidad desde sus logros, mostrar que son capaces de hacer productos de buena calidad”, cuenta su madre, Ana María Jaramillo. Ella comenta que “comparativamente, desde que nació Sara, el panorama ha mejorado demasiado; ahora se están dando más espacios, pero aún queda camino por recorrer”.
La Guía para la Promoción de Empleo Inclusivo en las Empresas, publicada por la Fundación Corona el año pasado, declara cinco premisas importantes a la hora de vincular este tipo de población: “los procesos de talento humano deben ser sólidos, las vacantes que se ofrezcan deben corresponder a necesidades reales, las vacantes deben ser pertinentes para la empresa y las personas, no hay cargos o sectores específicos para poblaciones específicas y toda la empresa debe vincularse y comprometerse con la generación de empleo inclusivo”.
España, Brasil y Chile son países referentes en los procesos de inclusión laboral. Sus experiencias evidencian el poder de las empresas para aportar de manera significativa a la reducción de la desigualdad y la exclusión social, visibilizando a las personas con discapacidad como ciudadanos que aportan al desarrollo social y económico. Colombia, por su parte, poco a poco está creando una cultura de inclusión en la que las organizaciones juegan un papel importante a la hora de demostrar que, como muchas lo afirman, “la discapacidad es la capacidad de ser extraordinariamente capaz”.
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