50 años trabajando por un sueño de la familia Saldarriaga y Concha
15 marzo, 2024

50 años Fundación Saldarriaga Concha

Con compromiso y autoexigencia, Armando Sánchez Falcón logró sacar adelante sus estudios. Hoy es un profesional muy preparado y el orgullo de su familia. Cuenta con diplomas que certifican su título como abogado especialista en Gerencia de Tecnología de la Universidad EAN y magíster en Derecho Administrativo de la Universidad Militar Nueva Granada (UMNG). Pronto tendrá uno más de la Maestría de Propiedad Intelectual e Innovación de la Universidad de San Andrés (Argentina), donde es estudiante becario.

A los 19 años, Armando comenzó su formación superior en la UMNG. Su preparación no se limitó a la enseñanza del aula, también participó en un semillero de investigación y fue auxiliar de investigación. Gracias a su preparación e interés quedó eximido de exámenes preparatorios, sacó un buen puntaje Saber Pro y tuvo a tiempo el requisito del segundo idioma.

“Por mis resultados académicos, al graduarme de la UMNG me vinculó para hacer actividades de investigación con la Vicerrectoría de Investigaciones en temas jurídicos relacionados a proyectos de cooperación científica y, luego, en una segunda fase, en temas relacionados con propiedad intelectual y apoyos en estructuración de proyectos de investigación e innovación. Una experiencia hasta 2021”, dice hoy, a los 32 años.

Hace 50 años una historia así habría sido difícil de narrar, pues Armando tiene una discapacidad física, secuela de una parálisis cerebral. En esa época, las personas con discapacidad eran vistas como incapaces de aportar a la sociedad y, por tanto, no tenían educación y mucho menos oportunidades laborales. Después la discapacidad fue percibida como un ‘castigo divino’, causado por un comportamiento inmoral o un pecado que hacía avergonzar a las familias llevándolas a aislar a sus seres queridos con discapacidad del entorno escolar, laboral y social.

Aunque aún existen barreras por derribar, varios de estos estigmas han desaparecido y gracias a ello este joven abogado y otras personas con discapacidad estudian, trabajan, tienen familia y desempeñan un papel activo en sus comunidades.

Por ejemplo, actualmente no se habla de educación especial, se entiende que es educación inclusiva. También se conoce y practica la rehabilitación, existen principios de inclusión laboral y otros criterios que buscan transformar la sociedad para que todos tengan un lugar en ella.

Desde su nacimiento en 1973, la Fundación Saldarriaga Concha, de la mano de otras organizaciones, ha sido promotora de estos cambios. Armando ha hecho parte de esta historia. Fue beneficiario durante algunos semestres de su pregrado del Apoyo Financiero para Estudiantes con Discapacidad en Educación Superior, que la fundación tiene con el Ministerio de Educación Nacional y el Instituto Colombiano de Crédito Educativo y Estudios Técnicos en el Exterior (Icetex).

“Agradezco a la Fundación Saldarriaga Concha porque fue el factor que permitió catapultar la permanecía y culminación de mi pregrado. Sin ese apoyo hubiera sido más difícil. Fue una gran ayuda”, afirma el joven.

Hoy en día, medio siglo después de su creación, la fundación sigue fiel a los preceptos que dejó la familia fundadora, conformada por el empresario Alfredo Saldarriaga del Valle, su esposa Elvira Concha Cárdenas y su hijo Ignacio Saldarriaga Concha, quien nació con una discapacidad. El legado y misión han sido y son: ‘Transformar a Colombia en una sociedad inclusiva con énfasis en las personas mayores y personas con discapacidad’.

“Durante toda su vida, la familia demostró una generosidad infinita. Recuerdo como Elvira siempre tenía en su quehacer diario el apoyo a estos dos sectores específicos que después constituyeron el corazón de la fundación. Y es gratificante y enorgullecedor que ese legado se mantenga incólume. Me siento orgulloso y satisfecho con lo que hace la fundación”, expresa Alejandro Revollo Rueda, vicepresidente de la junta directiva de la Fundación Saldarriaga Concha.

“He podido constatar la labor de la fundación en la mejora de la calidad de vida de las personas con discapacidad, en la percepción que tienen los colombianos sobre la discapacidad y en las ideas y compromisos con la inclusión, que cada día son más. Esta gran transformación ha sido gracias a las bases que dejó la familia Saldarriaga Concha y que han sido muy bien interpretadas y manejadas por la fundación durante toda su historia”, explica José Ignacio Zapata, director General del Instituto Roosevelt.

El doctor Zapata también recuerda el espíritu de abrigo y alegría que la familia Saldarriaga Concha tenía con las niñas y los niños del instituto que solían visitar su casa. Dice que ese espíritu se ha mantenido a través de los años en el instituto en la cultura de acompañamiento amoroso hacia los niños y niñas con discapacidad tanto en el trato terapéutico y médico como humano.

Y es que el Instituto Roosevelt ha sido testigo de la labor de la fundación desde sus comienzos, cuando el empresario Alfredo y su esposa, Elvira, por sus principios filantrópicos contribuyeron a la creación de diferentes entidades para la rehabilitación física, mental y vocacional de niños y niñas con discapacidad. Entre estas, el Instituto Franklin Delano Roosevelt y la Escuela Nacional de Fisioterapia, que se convirtió en la Escuela Colombiana de Rehabilitación.

Una fundación que evoluciona, sin perder su esencia

De la filantropía, la Fundación Saldarriaga Concha transitó hacía el fortalecimiento de las instituciones para que mejoraran su atención, acción que realizó por medio de capacitaciones. Después viró hacía la generación de conocimiento financiando y apoyando estudios e investigaciones sobre discapacidad y personas mayores.

Estos estudios han sido fundamentales para la definición de políticas públicas inclusivas, la implementación de programas para organizaciones públicas y privadas y el fortalecimiento de capacidades de personas y empresas. Un ejemplo de esto es la Misión Colombia envejece, versión 2015 y 2023, considerado como el estudio más profundo sobre envejecimiento que tiene Colombia.

“La fundación se ha comprometido con la incidencia, por eso ha estado en diferentes escenarios. Hicimos movilización para que Colombia ratificará tanto la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad como la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores, y hemos estado en la definición de diferentes políticas públicas. Nunca solos, siempre con el apoyo de otras organizaciones”, explica Soraya Montoya González, directora Ejecutiva de la Fundación Saldarriaga Concha.

Para el doctor Zapata, la fundación tiene un mérito mayor y es responder a los retos que impone cada momento del tiempo sin perder su legado. En ese sentido, ha logrado incluir en la agenda pública a las personas con discapacidad y a las personas mayores como el tema importante que es y abordarlo desde los diferentes sectores del país.  “Además, he visto proyectos de todo tipo para estas dos poblaciones, lo cual es un baluarte para el país. Para mí es una bendición estar cerca de una fundación de esta naturaleza y nutrirme de todo su trabajo”, agrega.

Proyectos para mejorar capacidades

Uno de estos proyectos, resultado del trabajo incansable y de vanguardia de esta organización que destaca el Director General del Instituto Roosevelt, es TEAM Colombia 2014 – 2017.

El proyecto se enfocó en zonas de conflicto armado, con un énfasis en niñas, niños y mujeres, trabajó para lograr que la población con discapacidad, sus familias y sus comunidades mantuvieran su máxima independencia y de esa manera pudieran participar en los diferentes aspectos de la vida. Más de 8.000 personas con y sin discapacidad formaron parte de las actividades y se beneficiaron de manera indirecta más de 15.000 familiares.

Para lograrlo, once organizaciones trabajaron juntas en los municipios de Carmen de Bolívar (Bolívar), Ovejas (Sucre), San Francisco y San Carlos (Antioquia), Soacha (Cundinamarca), Tumaco (Nariño) y El Tambo (Cauca), así como en las ciudades capitales: Barranquilla (Atlántico), Medellín (Antioquia), Bogotá (Cundinamarca) y Pasto (Nariño). El proyecto fue financiado por USAID y coordinado por World Vision (US-Col), la Fundación Saldarriaga Concha se encargó de la formación y las acciones de empoderamiento económico.

Alejandra Preciado, de la vereda Piñal Dulce de Tumaco (Nariño), hizo parte. Ella tiene una discapacidad física debido a un accidente de tránsito. Tenía una pequeña venta de dulces en su casa y con el proyecto recibió acompañamiento, capacitación en administración, materiales para adecuar el negocio y productos para la venta. Han pasado más de 7 años desde que tuvo esa formación y su negocio sigue creciendo.

“Además de dulces ahora vendo cosméticos, productos para la canasta familiar y ropa. Este apoyo ha significado mucho para mí. Mi negocio ha mejorado y la capacitación me ayudó bastante”, cuenta.

En otro momento y en otra parte del territorio colombiano, en Vista Hermosa (Meta), jóvenes ampliaron sus horizontes y proyecto de vida con el programa Jóvenes Resilientes. La Fundación Saldarriaga Concha, la Fundación Atuca y otros actores sociales del territorio desarrollaron una estrategia de formación con el fin de fortalecer las capacidades de emprendimiento y empoderamiento económico de 140 jóvenes del municipio, 26 de ellos con discapacidad. Unos y otros se formaron en agroproducción sostenible, turismo y entornos digitales.

Jorge Luis Sánchez, oriundo de este municipio, es uno de esos 26 jóvenes. “Fue una experiencia inolvidable. Aprendí mucho de emprendimiento y diversos temas. Conocí personas espectaculares con conocimientos y bases muy firmes que me ayudaron a continuar con mi proceso como líder”, afirma.

Él tiene 29 años y una discapacidad física de nacimiento, ocasionada por un trastorno muscular. Una condición que no le ha impedido ser referente de discapacidad en su comunidad, pues desde hace varios años ha participado en diferentes espacios municipales y departamentales llevando la voz de su comunidad.

Por ejemplo, el año pasado estuvo como enlace de discapacidad de la Alcaldía de Vista Hermosa y una de sus metas fue capacitar a la mayoría de la población con discapacidad para que pudiera generar ingresos a través del arte. Jorge además es técnico en Sistemas, dibujante empírico y disc-jockey hace 10 años. Un rol por el que es conocido como Dj Yorgy.

Personas mayores, fundamentales en la agenda de la fundación

Paralelo al trabajo con las personas con discapacidad, la fundación ha direccionado valiosos esfuerzos a la inclusión de personas mayores. Uno de los proyectos dirigidos a esta población nació en el 2020, cuando el mundo vivía la pandemia por covid-19.

Se trata de la Escuela Virtual Historias en Yo Mayor, creada por la Fundación Saldarriaga Concha y la Fundación Fahrenheit 451. Sin proponérselo, la escuela se convirtió en un proyecto a largo plazo.

Desde ese momento y hasta hoy ha formado a cinco cohortes en las que han participado hombres y mujeres mayores de diferentes zonas del país e incluso de fuera de Colombia. En cada cohorte, que dura siete semanas, los profesores de la Fundación Fahrenheit 451 dictan talleres para motivar a los participantes a escribir.

Inés Elisa Méndez se siente afortunada de ser parte de ese grupo. Un día, mientras estaba en una sala de espera, vio en su celular que estaban abiertas las inscripciones para la escuela. Sin dudarlo se inscribió y a las pocas semanas comenzó la aventura. Fue maestra de niñas, niños y adolescentes durante varios años de su vida en los diferentes niveles educativo y ahora, como pensionada, pasó a ser estudiante. Sin embargo, ese ‘papel’ cambió porque luego fue tutora. “Describiría esta experiencia como un redescubrimiento de mi potencialidad de expresar sentimientos, ideas, sensaciones, sueños y compartirlos. Así mismo, me enriquecí con las producciones escritas de mis compañeros. Considero que es un gran espacio de expresión, liberación, recreación y oportunidad”, dice.

Otro proyecto dirigido a personas mayores que también ha tenido mucho éxito es Fondo Plan Mayor. Es el resultado de una alianza entre la Fundación Arturo y Enrica Sesana, la Fundación Saldarriaga Concha y la Fundación Nelly Ramírez Moreno, que desde 2019 promueve emprendimientos de personas mayores de 60 años interesadas en acceder a recursos financieros y apoyo técnico.

La empresa Fácil, Arte Hecho a Mano, creada en 1997, y dedicada a la producción y comercialización de productos artesanales en fibras naturales, tejidos, macramé y bisutería, hizo parte del fondo en 2022 y 2023. La fundadora de la empresa, Luz Aída Alarcón, además realiza capacitaciones presenciales y virtuales en su canal de  YouTube Toda una revelación.

“Fue una oportunidad para la empresa. El fondo nos aportó un capital semilla y un préstamo en dos ocasiones, 2022 y 2023, también recibimos capacitaciones en mercadeo y en desarrollo humano”, dice Luz Aída.

Su tienda está ubicada en el Rincón Payanes, una pequeña representación de la ‘Ciudad Blanca’ de Colombia, Popayán (Cauca). A este lugar llega la mayoría de los turistas a probar la gastronomía del municipio y a comprar artesanías.

Estas historias son solo una pequeña muestra del paso de la Fundación Saldarriaga Concha por la vida de las personas con discapacidad y las personas mayores de Colombia, que ha dejado una profunda huella.

La fundación sabe que aún quedan retos por superar como país para lograr una total inclusión de las personas con discapacidad y personas mayores, pero va por buen camino. “Es maravilloso ver que aquello que Alfredo, Elvira e Ignacio pensaron y quisieron se ha podido realizar a través de los años, las bases que dejaron han sido la inspiración para la gestión. El legado de los fundadores tiene que permanecer en el tiempo más allá de las personas que estemos, debemos ser guardianes de esos principios y elementos esenciales que dejaron”, concluye el vicepresidente de la junta directiva de la Fundación Saldarriaga Concha.