El envejecimiento de la población mundial es un hecho. Las cifras muestran que en la mayoría de los países la proporción de personas mayores aumentará. Si en 2017 una de cada ocho personas tenía 60 años de edad o más, en 2030 será una de cada seis. Por lo tanto, el reto está en garantizar una vejez saludable y en ello el autocuidado se convierte en una herramienta fundamental.
El autocuidado es la capacidad que tienen individuos, familias y comunidades para promover la salud, prevenir enfermedades, mantener la salud y hacer frente a las enfermedades y discapacidad. Esto con o sin el apoyo de un proveedor de atención médica, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Por lo tanto, cada ser humano es responsable de su propia salud, de prevenir enfermedades y de controlarlas. Así lo recuerda cada 24 de julio la Federación Global del Autocuidado (GSCF) con el Día Mundial del Autocuidado.
El autocuidado incluye alimentación sana, ejercicio físico, exámenes médicos periódicos, conocimientos y promoción de salud, participación en procesos de rehabilitación y recuperación, entre otros.
Las personas mayores, en particular, requieren herramientas para su autocuidado. Entre estas el acceso a servicios de salud de calidad que incluyan prevención, promoción, atención curativa, rehabilitación, medicamentos, vacunas esenciales, atención bucodental, tecnologías sanitarias y de asistencia. Lograrlo implica un trabajo conjunto entre los gobiernos, la sociedad civil, los organismos internacionales, los profesionales, las instituciones académicas, los medios de comunicación y el sector privado que aporte herramientas que faciliten este autocuidado.
La década en pro del autocuidado
Debido a esto, la OMS estableció la Década del Envejecimiento Saludable (2021-2030). Una década para mejorar las vidas de las personas mayores, sus familias y las comunidades en las que viven.
El envejecimiento saludable es el proceso de fomentar y mantener la capacidad funcional que permite el bienestar en la vejez. Ayuda a las personas ser y hacer lo que para ellas es importante. Esto, a su vez, fortalece a las sociedades. Por el contrario, si esta etapa está dominada por la mala salud, las implicaciones para las personas mayores y la sociedad son más negativas.
“Los entornos urbanos y rurales adaptados a las personas mayores pueden permitir que personas con un amplio abanico de capacidades envejezcan de forma segura en el lugar que desean, gocen de protección, continúen desarrollándose a nivel personal y profesional. Así como también que estén integradas y participen y contribuyan a sus comunidades, conservando al mismo tiempo su autonomía, dignidad, salud y bienestar”, señala el documento Década del Envejecimiento Saludable.
Las propuestas de Década del Envejecimiento Saludable
- Entornos físicos, sociales y económicos, tanto rurales como urbanos, pensados para personas mayores.
- Sistemas, servicios, productos y tecnologías que contribuyan a la salud y fortalezcan y mantengan la capacidad física y mental a lo largo de todo el curso de la vida.
- Que las personas sigan haciendo las cosas que valoran, incluso cuando empiecen a requerir apoyos.
- Mejorar el acceso al aprendizaje a lo largo de la vida.
- Eliminar los obstáculos para mantener y contratar a trabajadores mayores de 60 años y la limitación de las repercusiones de la pérdida del empleo y la pobreza.
- Proveer pensiones y prestaciones sociales adecuadas y financieramente sostenibles.
- Reducir la desigualdad en el acceso a la atención mejorando el apoyo que reciben los cuidadores informales.
- Ofrecer una atención integrada y centrada en las personas, y servicios de salud primarios que respondan a las necesidades de las personas mayores.
- Acceder a servicios de rehabilitación, tecnologías asistenciales y entornos propicios e inclusivos puede mejorar su situación.
- Cambiar nuestra forma de pensar, sentir y actuar con respecto a la edad y el envejecimiento.
Todas estas acciones se centran en garantizar la participación de las personas mayores. “Es preciso escuchar sus opiniones, respetar su dignidad inherente y su autonomía individual y promover y proteger su derecho humano a participar plenamente en la vida civil, económica, social, cultural y política de sus sociedades”, explica el documento.
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