Sabiduría, el don más preciado de las personas mayores en comunidades afrodescendientes e indígenas
26 agosto, 2024

Hombre y mujer palenquera. Representación para la nota Sabiduría, el don más preciado de las personas mayores en comunidades afrodescendientes e indígenas.

La historia de las comunidades indígenas y afrodescendientes en Colombia está llena de hechos relacionados con la pobreza y el difícil acceso a la educación, la salud y otros servicios básicos. Las desigualdades, en resumen, son un elemento común en sus relatos, como también lo son las prácticas culturales y el apoyo que se dan unos a otros para enfrentar los enormes desafíos. En ese testimonio de resistencia y adaptabilidad, las personas mayores han sido claves gracias a su sabiduría, consejos y capacidad para transmitir las tradiciones.

Esa es la conclusión general que puede señalarse del análisis cualitativo realizado por tres investigadoras de la Fundación Saldarriaga Concha (Lina María González, Camila Castellanos y Jeimmi Paola Carvajal) que buscó describir, entre otros asuntos, las dinámicas y concepciones del envejecimiento en estas comunidades y la manera en que se adaptan a los cambios. Para cumplir su objetivo recogieron información de personas afrodescendientes e indígenas de Ipiales (Nariño), Quibdó (Chocó) y Mitú (Vaupés) en 15 grupos focales.

Sabiduría y conocimiento

Si bien Félix Valdés Torres no es oriundo de ninguna de esas ciudades, su historia como palenquero en un territorio ajeno al suyo refleja muy bien la situación de estas comunidades. “Vivir como un adulto mayor palenque en Bogotá no es fácil”, dice, a pesar de que vive desde hace 38 años en la capital.

Aunque aún no se ha acostumbrado a la ciudad, el sonido de su tierra y de sus antepasados le ayudan habitar otro lugar. “Vivir acá es un reto, pero desde que haya tambor podemos comunicarnos con nuestros ancestros, el tambor es nuestro WhatsApp”, dice entre sonrisas y pasa a explicar que la comunidad palenquera usa la música para todo, hasta para los funerales; pero esto no significa que esté celebrando, sino que “la música es tan sanadora que a los difuntos se les habla por medio del baile del bullerengue”, dice Félix.

A sus 60 años, él disfruta de esta etapa de la vida porque vive en comunidad y con la música que siempre lo acompaña. “Para nuestra cultura palenquera el envejecimiento no es un trauma, es adquirir sabiduría y conocimientos. Entre más años, más importantes somos para nuestra comunidad”, explica. Y eso tiene que ver con que las personas mayores son reconocidas como sabedoras, es decir, como personas con amplios conocimientos en diversos temas y con la sapiencia suficiente para brindar consejos a toda la comunidad.

Una deuda histórica

Esa visión de la persona mayor como un ser portador del conocimiento, también se ve en la comunidad wayú. Isolina Silva Duarte, líder indígena wayú, reconoce que en su comunidad tiene suma importancia la protección de los mayores, así como acudir a ellos para tomar decisiones. “La vejez siempre es fuente de información, de inspiración y es guía. La vejez es sabiduría, experiencia, capacidad, fortaleza y vida. Los jóvenes lo reconocen y nos respetan”, dice Isolina, quien vive en La Guajira. Ella es docente de prescolar y tiene claro que la responsabilidad de transmitir sus conocimientos no es solo con sus estudiantes, también lo es con sus familias y con toda su comunidad.

Las investigadoras de la Fundación Saldarriaga Concha consideran que esta concepción de la vejez que tienen las comunidades afrodescendientes e indígenas, así como otras tradiciones culturales y sociales, deben ser reconocidas en las políticas públicas con el fin de que respondan a sus necesidades, las cuales están directamente relacionadas con la deuda histórica que se tiene con ellas por cuenta de la discriminación y las desventajas acumuladas a lo largo de los siglos.

Por ejemplo, la falta de servicios de salud, colegios, vivienda, acueducto, alcantarillado y modos de vida para subsistir han hecho que estas comunidades no cuenten con una buena calidad de vida, que se precariza más en la edad adulta al incrementarse la falta de oportunidades. “Ya no puedo trabajar en construcción porque no me contratan por la edad y si trabajo ya no me afilian a un seguro de riesgo”, señaló una persona mayor de Quibdó durante el grupo focal.

Mujeres afrodescendientes

En esta ciudad, precisamente, también se identificó que el problema es más evidente en los casos de las mujeres afrodescendientes debido a que la discriminación no solo es por su raza y edad, sino también por su género.

Para contrarrestar esta falta de protección social, las comunidades afrodescendientes e indígenas acuden a sus familiares, amigos y a la comunidad en general que tiene por principio ayudar a sus integrantes, ser una red de apoyo. Y en el caso de la falta de servicios médicos y medicinas emplean las plantas medicinales.

En ese sentido, las investigadoras recomiendan que se diseñen e implementen políticas públicas que promuevan la interacción social y la participación activa en la vida comunitaria de las personas mayores. De igual forma, que preserven sus tradiciones culturales e integren la medicina tradicional en los sistemas de salud para que tengan pertenencia y propósito de vida, lo cual es fundamental para su bienestar mental.

En resumen, resaltan que la participación comunitaria y la conexión con la cultura ancestral son elementos fundamentales en la concepción particular que tienen las comunidades indígenas y afrodescendientes sobre el envejecimiento saludable. En él factores como bienestar emocional y satisfacción con la vida están en primer nivel.

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