Cuando se habla de cuidado, la atención se centra en la calidad de vida y el bienestar de la persona cuidada, dejando de lado, por lo general, a los cuidadores. Un asunto sobre el que se llama la atención el 5 de noviembre, Día Mundial de las Personas Cuidadoras, designado por Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
“El cuidado está estrechamente vinculado con la calidad de vida y no se puede desligar de la percepción de bienestar, tanto de las personas cuidadas como de los cuidadores”, señala la Misión Colombia Envejece: Una Investigación Viva.
El estudio de Fedesarrollo, la Fundación Saldarriaga Concha, el Centro de Estudios en Protección Social y Economía de la Salud de la Universidad Icesi y la Fundación Valle del Lili (PROESA) y el DANE revela datos sobre el envejecimiento de la población colombiana y los retos que esto trae para el país en términos de los sistemas de salud, educación, pensional, laboral, entre otros.
Uno de los datos que reitera es que la carga del cuidado recae sobre las mujeres. El 84,8% de las personas cuidadoras de personas mayores dentro del hogar son mujeres, quienes en su mayoría no reciben remuneración por estas labores y deben, además, participar en el mercado laboral; lo que se traduce en sobrecarga, estrés y disminución del tiempo para su descanso, cuidado personal y otras actividades.
En cifras, el 62,3% de los cuidadores reporta que nunca o casi nunca siente que el tiempo para el cuidado y actividades personales es insuficiente. Mientras que el 14,9% reporta que siempre o casi siempre no dispone de suficiente tiempo libre o de ocio para las actividades personales.
“Esto indica que, aunque la mayor parte de los prestadores de cuidado están conformes y pueden compaginar el cuidado de otros con la dedicación a las actividades propias y al tiempo libre, aún persiste un grupo considerable de cuidadores que no poseen suficiente flexibilidad para administrar su tiempo y reportan una sobrecarga de trabajo”, se lee en la investigación.
Qué hacer
Es por esto por lo que la investigación indica que la salud socioeconómica, física y mental de los cuidadores debe ser una prioridad política y social. Además, se debe aumentar el reconocimiento social y la inclusión de los cuidadores (no remunerados).
Por otra parte, de deben hacer esfuerzos para conciliar la participación entre la fuerza laboral, la prestación de cuidados y la vida privada de los cuidadores (no remunerados). Para esto, es muy importante que los empresarios reconozcan la importancia de conciliar trabajo y cuidado en la regulación laboral.
Para mejorar el bienestar de los cuidadores no remunerados es crucial asegurarles ingresos adecuados, seguridad social, información, asesoramiento y capacitación.
Otra de las sugerencias del documento es repensar el modelo de cuidado de las personas mayores a partir de un enfoque de bienestar y de género, que promueva los comportamientos de cuidado y que no limite las posibilidades de desarrollo humano de las mujeres. Para esto, explica la investigación, es necesario que el país formalice un modelo de cuidado mixto, que expanda la oferta pública y comunitaria de cuidado para las personas más pobres y vulnerables, y al mismo tiempo, consolide y formalice la oferta privada para que las personas con capacidad de pago accedan a los servicios de cuidado.
“La reestructuración del modelo de cuidado debe ir acompañada de la promoción de comportamientos de autocuidado a lo largo del ciclo de vida, de tal manera que en las edades mayores la provisión de cuidado pueda estar orientada principalmente al apoyo de actividades diarias”, concluye el documento.