Cada vez más, las personas mayores se lanzan a emprender, una respuesta al acelerado ritmo de envejecimiento de la población y a la necesidad de ingresos o de nuevas actividades en esta etapa de la vida.
En 2018, por primera vez en la historia el número de personas mayores de 65 años superó al de los niños menores de 5 años a nivel global, según datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Además, se estima que para 2050 la población de personas mayores de 65 años será más del doble de la de los menores de 5 años.
Un cambio demográfico que ha llevado a reflexionar sobre el edadismo, que en términos de la OMS se refiere a las formas de pensar (estereotipos), de sentir (prejuicios) y de actuar (discriminación) alrededor de la edad. La idea del ciclo de vida por etapas como estudiar, trabajar, jubilarse es cada vez más obsoleta. Hoy en día las personas traslapan estas etapas y construyen proyectos dependiendo de su propósito.
Las tendencias y los estudios actuales están mostrando un panorama diferente. Las personas mayores quieren o necesitan seguir produciendo y se mantienen activas.
Según el documento Emprendimiento Sénior: Potencial para el desarrollo económico en Colombia de Monitor de Emprendimiento Global (GEM por sus siglas en inglés), la economía plateada o Silver Economy está emergiendo con fuerza a nivel global. Esta abarca todas las actividades económicas dirigidas a satisfacer las necesidades de las personas de 50 años o más. “Es decir, pone en manifiesto la importancia de las personas mayores como consumidores y como productores”, dice.
Emprendimiento sénior, clave en la economía plateada
En esta economía, el emprendimiento sénior o de personas mayores tiene un papel clave. Se ha convertido en una opción para enfrentar el desempleo, generar o aumentar ingresos y fomentar un envejecimiento activo. El emprendimiento sénior se caracteriza por ser de aquellas personas que se encuentran entre 50 y 80 años, así lo hayan iniciado antes o después de los 50.
Respecto a la Tasa de Actividad Emprendedora Temprana (TEA), el documento revela que, el grupo de 30 a 49 años presenta el mayor porcentaje de emprendedores nacientes y nuevos mientras que el grupo de 65 a 80 años presenta el menor porcentajes de emprendedores en etapa temprana.
“Sin embargo, a diferencia de los resultados anteriores, respecto a los emprendedores establecidos se observa que la mayor proporción de ellos se encuentra en los mayores de 50 años. De hecho, al analizar la actividad emprendedora en varios países a través de la “Tubería Empresarial”, es posible observar que la actividad emprendedora sénior es la más fuerte respecto a otros grupos de edad debido a que no presenta fugas o discontinuidades desde la etapa de emprendedor nuevo hasta la etapa de emprendedor establecido”, se lee.
Necesidad y oportunidad
Santiago Páez, consultor de programas en Seguridad Económica de la Fundación Saldarriaga Concha, explica que se presenta el emprendimiento por necesidad y por oportunidad. “El primero es motivado por la urgencia de generar ingresos debido a que la persona no tiene empleo, pensión o una fuente fija de ingresos. En el segundo caso, la experiencia de la persona le permite identificar una necesidad en el mercado que logra suplir con su conocimiento y así aumentar sus ingresos; pero también hay quienes emprenden por mantener un legado familiar o por hacer un aporte al mundo en que vivimos”, dice.
El emprendimiento de María Victoria López y, su esposo, Carlos Betancourt, combina estos dos tipos, porque surgió por una necesidad económica, pero tiene visión de crecimiento, que es una característica del emprendimiento por oportunidad. Hace dos meses, inauguraron el negocio Batidos y Jugos de la Abuela, en un local de Bogotá que atienden ellos mismos.
María Victoria, de 59 años, trabajó muchos años en ventas en el sector financiero. Aunque no pudo pensionarse, recibió un bono pensional con el que compró unos carros para ofrecer servicios de transporte, pero fue víctima de una estafa.
Carlos, de 60 años, ingeniero de sistemas, se enfermó durante la pandemia y, al desactualizarse, perdió oportunidades laborales. Tras varios intentos fallidos de encontrar empleo, decidieron emprender junto a su hija.
“Nos sentimos muy bien a esta edad. Estamos llenos de energía para hacer muchas cosas. Ahora estamos enfocados en el negocio, que va muy bien. Tenemos planes de crecimiento y estamos considerando expandirnos fuera de la ciudad”, comenta María Victoria.
Un negocio de años
Existen muchas experiencias similares en las que personas, a pesar de contar con ingresos, optan por seguir trabajando. Según el estudio Desafíos y Oportunidades de Empleo y Emprendimiento de los Adultos Mayores, del Observatorio de Empleabilidad y Emprendimiento para el Adulto Mayor de la Universidad del Rosario y del Fondo de Pensiones y Cesantías Porvenir, el 42% de los pensionados en Colombia desea emprender y mantenerse activo. En contraste, el 33% de las personas mayores dejan de buscar empleo debido a su jubilación o retiro.
El caso de José Ignacio Silva hace parte de este 42%. Es un hombre de 73 años que desde muy joven ha aprendido el valor del trabajo. Le gusta levantarse temprano y mantenerse activo, convencido de que la inactividad enferma a las personas. Cada día, hace unos minutos de ejercicio físico y se va a trabajar en su tienda en el centro de Sibaté (Cundinamarca), que ha mantenido junto a su esposa, Yanel López, durante más de 30 años.
En sus comienzos, el negocio era manejado únicamente por su esposa, mientras él trabajaba como conductor de camión, un empleo que dejó al pensionarse. Su motivación para seguir trabajando radica en el deseo de mantenerse activo, obtener ingresos adicionales, ofrecer un servicio y disfrutar de un espacio de socialización más allá del entorno familiar.
En sus tiempos libres, José Ignacio colabora con su hijo en un proyecto de recuperación ambiental. En un pequeño centro de acopio recolectan material reciclable de la tienda y el hogar como plástico, vidrio y latas, para su posterior venta. La meta es comenzar a transformar este material y darle una nueva vida.
“Mi esposa y yo trabajamos en equipo. Ambos siempre hemos sido muy trabajadores, pero ella tiene una visión más clara de inversión y crecimiento. Por eso, lo que ganamos lo invertimos en el día a día y en proyectos que ella propone”, comenta.
Proyectos productivos
José Orlando Rodríguez es agricultor. Para él, el campo es vida, nació y se crió allí. Vive en una vereda de Ibagué (Tolima) en una finca que tiene junto con su hermano. Es aficionado a capacitarse en los cursos que llaman su atención. Su vejez la está viviendo como se la imaginó, con dignidad, trabajando, siendo útil y haciendo cosas que hacen felices a los demás.
“Tenemos un espacio para la gente de la zona como una cancha para jugar. Hemos dejado un legado, hemos ayudado a construir el acueducto de la vereda y la carretera sectaria que une la panamericana con las veredas. Es un legado de vida, trabajar hasta que uno pueda. Evitar convertirse en una carga para alguien. Ser un facilitador de las cosas”, dice.
Para José Orlado la disciplina y la constancia son clave, especialmente ahora que está pasando por una crisis económica debido al cambio climático. Todos los días tiene algo que hacer en relación con su trabajo: sembrar, recolectar, vender.
En este momento cultiva café y banano, lo que sustenta su economía, junto con la venta de café que, él mismo trilla, tuesta y muele. Además, trabaja en alianza con la Universidad del Tolima y la Universidad de Ibagué.
“Los estudiantes vienen a tener escuela de campo en la finca, intercambiamos experiencias y conocimientos, me ayudan con la biofábrica de compost y bocashi, la huerta casera y ahora a recuperar una parte de la finca que requiere humedad. Es un ingreso para mí y me siento bien con ellos. Me invitan a ferias a vender”, agrega.
Cinco años en su nueva labor
Durante años, Luis Alberto Duque se dedicó a la fotografía, capturando momentos especiales como fiestas, bodas y bautizos. Sin embargo, la llegada de la tecnología y la pandemia lo llevaron a abandonar esta actividad.
Ahora, a sus 67 años, tiene una tienda de víveres en el corregimiento Potrerito de Jamundí (Valle del Cauca) y distribuye de manera ambulante frutas producidas en la vereda. Aunque no cultiva, solo comercializa.
Se siente orgulloso de sus hijos y su familia. “Intenté cotizar una pensión, pero no pude pagarla. Lo que ahorré lo utilicé para financiar mis emprendimientos. Mis hijos me ayudan económicamente y también me sustentó con mi trabajo”, comenta.
Así como lo reflejan estos casos, cada situación de emprendimiento es particular. De acuerdo con el documento del Segundo Encuentro Junta Plateada, entre los factores que motivan a las personas mayores a emprender están:
- Ingresos insuficientes
- Insatisfacción o pérdida del empleo
- Jubilación forzosa o prematura
- Dificultad para conseguir empleo
- Problemas de salud
- Roles de cuidado
- Deseo de libertad y autonomía
- Deseo por innovar
- Aprovechamiento de una oportunidad de negocio
- Deseo de tener flexibilidad con el horario
- Posibilidad de desarrollar las propias capacidades y experiencias
“En suma, los investigadores que han estudiado el fenómeno del emprendimiento sénior concuerdan en su importancia para que las personas mayores sigan siendo agentes de cambio para la sociedad y puedan: mantener o aumentar su productividad, ser reconocidas dentro de la población activa, diversificar sus fuentes de ingreso y seguir aportando con su experiencia a la transformación de la sociedad”, se argumenta en el documento de la Junta Plateada.