“No hay límites; más bien, muchas personas con discapacidad permiten que la sociedad les imponga limitaciones”. Ricardo Becerra difunde este mensaje en cada lugar que visita. Está convencido de que todo es posible si se desea y se cuentan con los apoyos y ajustes necesarios para disfrutar y participar de la vida en comunidad.
A lo largo de sus 64 años ha comprobado que así es. Además, lo ratifica como consultor en Diseño Inclusivo, Diseño Universal y Accesibilidad.
Cuando tenía 2 años se infectó de poliomielitis, un virus que ocasiona una enfermedad que lleva este nombre y produce parálisis y atrofia muscular. La enfermedad nunca ha sido una limitación para él.
En su silla con ruedas (como asegura que debe llamarse) avanza con determinación y sin miedo, gracias a la formación que le brindaron sus padres. Dice que le enseñaron a caerse y levantarse.
Su disciplina lo llevó a formarse como diseñador industrial sin el apoyo económico de sus padres, por decisión propia, y de esa manera ha construido una larga trayectoria académica y laboral, sin descuidar la personal: es casado hace 30 años y es padre de dos hijos.
Además, Ricardo ha sido catedrático en varias universidades del país y en una extranjera, consultor en empresas públicas y privadas y líder social. Por esto, con propiedad les dice a las personas mayores con discapacidad “que tomen las riendas de su vida, crean en sí mismas y en lo que pueden hacer con lo que tienen”. En otras palabras, que vivan esta etapa de la vida con la sabiduría que les ha dado los años y la experiencia.
En el mundo, el 46 % de personas mayores tiene alguna discapacidad
Según estimaciones del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas (DAES), aproximadamente 46% de las personas mayores en todo el mundo tienen alguna discapacidad.
El Estado actual de la medición de la discapacidad en Colombia, del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), señala que la mayoría de las personas con discapacidad (67,5%), se encuentran entre los grupos de edad mayores a 45 años (45 a 59 años, 60 a 74 años y 75 años y más). Algunas de ellas adquirieron la discapacidad en la infancia, como le ocurrió a Ricardo, y otras en la edad adulta.
Ese es el caso de Hernando Antonio Escobar, ingeniero, magister y doctor, a quien a los 49 años le diagnosticaron Parkinson y hoy tiene 79 años. “Acepto la enfermedad que tengo. Vivo con ella, pero no dejo de hacer lo que me gusta. Tengo vida familiar, me ocupo del mantenimiento del jardín, soy conferencista y escritor”, asegura.
Y su día a día lo demuestra: dicta conferencias, escribe libros y es miembro activo de la Asociación de Profesores Jubilados de la Universidad de Antioquia (Aprojudea).
Los retos cuando se adquiere una discapacidad
El psiquiatra y psicogeriatra José Manuel Santacruz, director del Centro de Memoria y Cognición Intellectus, del Hospital Universitario San Ignacio de Bogotá, explica que las personas que adquieren una discapacidad a lo largo de la vida deben pasar por un proceso de adaptación, por un duelo, para continuar viviendo con esa nueva condición. Un hecho que puede ser un reto o una oportunidad para las personas mayores de acuerdo con varios factores, como el apoyo de la red familiar o de amigos, las condiciones socioeconómicas para el acceso a servicios, entre otras.
“Este proceso podría ser más difícil debido a que, por lo general, enfrentan situaciones de vida menos favorables en comparación con jóvenes o adultos”, agrega.
La dificultad en el proceso de adaptación puede ser más difícil si la persona mayor vive sola y si además tiene un trastorno o dificultad para aprender o socializar que, aunque no es exclusivo de la vejez, es más frecuente en esta etapa de la vida.
De acuerdo con el Centro de Memoria y Cognición Intellectus, a nivel mundial se evidencia que en las personas mayores es más frecuente el deterioro cognitivo y los diversos tipos de demencia, siendo la enfermedad de Alzheimer la más común, la cual afecta de manera gradual y progresiva la funcionalidad. Este centro atiende a pacientes con enfermedades relacionadas con problemas cognoscitivos, del comportamiento y deterioro cognitivo, de allí su experiencia en el tema.
“Cada vez son más los casos de Alzheimer y pueden aumentar, debido a que esta enfermedad tiene una relación con la edad avanzada; por tanto, en la medida en que aumenta el envejecimiento poblacional en el mundo y en Colombia, es mayor el grupo de personas que la padecen”, señala su director.
Deterioro cognitivo
La Organización Mundial de la Salud (OMS) dice que las enfermedades mentales o neurológicas (excluyendo las cefaleas) afectan aproximadamente al 20% de los individuos mayores de 60 años y se asocian con cerca del 7% de los años vividos con discapacidad en este segmento poblacional.
En este aspecto la Misión Colombia Envejece – Una Investigación Viva muestra que la prevalencia del Deterioro Cognoscitivo Leve (DCL) en personas mayores de 60 años es de 17,6%, con un incremento progresivo desde los 60 a 64 años (7,4%) hasta los 80 años (52,5%).
Las mujeres presentan una mayor prevalencia de DCL que los hombres (19,1% vs 15,8%). En forma similar, se identificaron importantes diferencias en la prevalencia de DCL según el nivel educativo (entre 41,8% en individuos sin ninguna escolaridad y 1,5% en individuos con nivel universitario o de postgrado) y la zona de residencia (mayor en el área rural que en el área urbana). La región del país que presentó mayor prevalencia de DCL fue la Atlántico con 26,2% y la menor Bogotá, con 8,6%.
Vejez, diversa y heterogénea
Estos hallazgos fueron similares en individuos con diagnóstico de demencia. En general, la prevalencia global de demencia fue de 9,4%, con una mayor prevalencia en el grupo de 85 años o más y fue mayor en mujeres y en estratos socioeconómicos bajos.
“La vejez es otra etapa de la vida, tan diversa y heterogénea como sujetos están en ella, así como no hay un niño igual a otro. Las personas mayores conforman un grupo muy diverso y heterogéneo que tienen unas características que pueden ser comunes desde la visión médica, pero que no son absolutas”, agrega Santacruz.
Hernando Antonio Escobar, por ejemplo, no tiene Alzheimer, pero sí otra enfermedad neurodegenerativa que le causa, entre otros, trastornos del movimiento. Como dice, ha convivido 30 años con el Parkinson y eso no le ha impedido ser profesor en diferentes universidades del país, dictar conferencias y escribir libros.
Hoy es integrante de Aprojudea donde fue presidente y ahora hace parte de grupos de investigación académica en diferentes temas, uno de ellos, de personas mayores. Por eso, dice con toda seguridad que la discapacidad que pueda causar una enfermedad no es obstáculo para seguir la vida. “Aprovechemos que estamos vivos, seamos productivos y trabajemos en beneficio de la sociedad”, asegura.
Enfermedades mentales y otras discapacidades en las personas mayores
Según la Misión Colombia Envejece – Una Investigación Viva la presencia de enfermedades mentales en personas mayores no solo tiene efectos directos sobre el bienestar de los individuos, sino que se relaciona con el incremento en las complicaciones médicas de enfermedades generales y a un menor consumo de servicios de atención primaria y de promoción y prevención.
La prevalencia de síntomas de depresión en adultos mayores en Colombia, señala la investigación, fluctúa entre 47,9% en hombres a 51,5% en mujeres. No se identificaron diferencias significativas en la prevalencia de síntomas de depresión según región de residencia, grupo de edad, estrato socioeconómico, estado civil ni zona de residencia. Igualmente, no se identificaron diferencias significativas en la prevalencia de síntomas de depresión entre el máximo nivel educativo y participación en programas de actividad física.
Discapacidad severa
En cuanto a las principales actividades asociadas a discapacidad severa (incapacidad para realizar la actividad o ser capaz de realizarla solo con mucha dificultad) en mayores de 55 años estas son:
- Visuales (8,7%)
- Motora gruesa -mover el cuerpo, caminar o subir y bajar escaleras- (5,88%)
- Auditivas (3,09%)
- Motora fina -agarrar o mover objetos con las manos- (2,28%)
- Actividades de autocuidado -comer, vestirse o bañarse por sí mismo- (2,14%)
Aunque la discapacidad severa afecta a todas las poblaciones del país, existen importantes diferencias en la prevalencia de este tipo de discapacidad, según la región geográfica de residencia. Aproximadamente el 20% de los adultos mayores de 55 años que residen en la región de Amazonía reportaron algún tipo de discapacidad severa, comparado con el 13% en la región Caribe y el 14,9% en la región Andina.
El director de Intellectus concluye que como sociedad tenemos la responsabilidad de disminuir el grado de discapacidad. “Pensamos que la discapacidad depende de las personas y esto es erróneo. Es el resultado de la interacción entre el individuo y su entorno. Como comunidad tenemos la responsabilidad de reducir el riesgo de adquirir una discapacidad en las personas mayores y, además, de fomentar la creación de ciudades inclusivas para personas con discapacidad. Esto se refleja en la accesibilidad de los espacios y servicios”.