El 51% de la población colombiana está constituido por mujeres, según el DANE 2022. Aprovechando que el 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer como un llamado a la inclusión social, la mejora de condiciones laborales y económicas y la eliminación de todas las formas de violencia hacia la mujer, compartimos las historias de mujeres que nos inspiran a seguir transformando a Colombia en una sociedad más inclusiva.
Una mujer que empodera a mujeres ciegas
Es de Barranquilla y en Barranquilla se queda, como dice la canción. Disfruta del Carnaval, de las fiestas familiares y le gusta bailar, preferiblemente la salsa, aunque confiesa que no baila tan bien como su esposo. Es Comunicadora Social, pero más de corazón y de acción, porque la vida la fue llevando por el campo de la educación.
Trabajó 22 años en el programa para la atención a estudiantes con discapacidad de la Secretaría de Educación del Atlántico, se desempeñó como profesional de apoyo, formuló proyectos e hizo capacitaciones y asistencia técnica a directivos y docentes.
María del Rosario Guevara tiene 57 años y por una patología ocular genética progresiva e irreversible tuvo baja visión hasta los 30 años, después la fue perdiendo hasta perder la visión completamente. Pese a los miedos de la adolescencia y los obstáculos que vivió, se casó, tiene un hijo y ha obtenido varios logros profesionales.
Uno de sus intereses es el empoderamiento de las mujeres con discapacidad, por eso durante la pandemia formuló y lideró ‘Mujeres de Colores’, un proyecto de empoderamiento femenino dirigido a mujeres ciegas que tiene la Fundación María Elena Restrepo – Fundavé, en donde actualmente es coordinadora técnica. Este año, tiene planeado formular un nuevo proyecto para evitar el abuso en niñas y adolescentes con discapacidad visual.
Además, dicta conferencias relacionadas con la inclusión porque para ella es muy importante cambiar los imaginarios que existen sobre el tema y transformar sus realidades. “Debemos construir redes de apoyo y ser conscientes que sin estas no podemos salir adelante. No obstante, ante la adversidad, tenemos que ser resilientes. Parece que en la discapacidad hay una desesperanza aprendida y necesitamos volver a la esperanza, saber que siempre habrá oportunidades”, dice María del Rosario.
Una mujer en el gremio de la seguridad
Ir a la oficina de lunes a viernes hace parte de la rutina de María Matilde Palencia Cordón. Es la representante legal de una empresa de seguridad privada sin armas que presta sus servicios en los edificios y controla la entrada y salida de personas, un gremio que en su mayoría lo conforman hombres y en el que ha trabajado hace más de 30 años.
Lo conoce muy bien. Durante 13 años trabajó en el área de recursos humanos de una cooperativa de vigilancia, cuando terminó esta experiencia se asoció con unos compañeros y creó la empresa en la que hoy sigue trabajando y quiere seguir haciéndolo.
Lo suyo no es quedarse en la casa. Es una mujer activa que le gusta sentirse útil, su familia ha sido la motivación. Tiene 65 años, es de Cajamarca (Tolima), vive hace 40 años en Bogotá y tiene tres hijos. Trabajar en su mayoría con hombres ha sido un reto para ella, ha experimentado el machismo y, pese a esto, ha logrado demostrar las capacidades y habilidades que tiene como mujer al trabajar en este sector.
Quiere seguir sacando adelante su empresa y está convencida de que las mujeres tienen la posibilidad de hacer realidad sus proyectos y buscar motivación haciendo lo que les gusta.
“Nosotras también podemos. La mujer no se debe dar por vencida o creerse menos que los demás. Desde el trabajo que desempeñemos podemos demostrar que sí podemos, que tenemos la fuerza y los concomimientos. Aprovechemos las oportunidades para continuar y seguir adelante”, concluye María Matilde.
Investigadora en temas de discapacidad e inclusión
Se llama Andrea Cárdenas, psicóloga y con una Maestría en Salud Pública de la Universidad Nacional de Colombia. Comenzó trabajando en educación inclusiva, luego participó, junto con una investigadora, en la formación de maestras de jardines infantiles para la atención de niños con discapacidad y en creación de materiales para esta población.
Hoy podemos decir que es investigadora en temas de discapacidad e inclusión social, profesional especializada del Ministerio de Salud y Protección Social y autora principal de las orientaciones del Sistema Integrado de Matrícula (SIMAT).
Andrea nació con una discapacidad física y luego fue perdiendo la audición, escucha muy poco. Se ha enfrentado a muchas barreras y prejuicios, y aunque reconoce que no es fácil sabe que las personas tienen el potencial para derribarlos. Al Ministerio de Salud y Protección Social llegó por sus propios méritos, fue evaluada en igualdad de condiciones junto con personas sin discapacidad y se ganó ese lugar desde donde apoya la formación de talento humano para la certificación de discapacidad en Colombia.
Para hacer cosas de la vida diaria requiere de apoyo, pero las decisiones las toma ella. Quiere eliminar barreras y estigmas. “Me satisface contribuir a transformar una realidad que estoy viviendo y que también afecta a otras personas. No puedo cambiar todo, pero puedo contribuir. Muchas veces todo está en contra en este mundo cargado de prejuicios, en donde dicen que lo que tienes es por lastima y no por mérito. Me complace poder derribar esas falsas creencias”, expresa.
La mujer de las manualidades
El secreto está en hacer lo que a uno le gusta y a ella le gustan las manualidades, dice Mabel Pabón. La floristería, bisutería, vitrales y tarjetería hacen parte de su arte. Su cédula de ciudadanía dice que tiene 65 años, pero se siente de menos, tal vez de 40. Ha vivido en Cúcuta, Bogotá y ahora en Cartagena, el epicentro de las bodas, el lugar perfecto para desenvolverse en lo que hace.
Antes de tener su empresa, tuvo floristerías. En 2016 comenzó a hacer tarjetas para bodas y sus hijos se encargaron de buscar el lugar para ofrecerlas, empezó a personalizar diseños y fueron muy bien aceptadas, tanto que ya están conquistando clientes internacionales: Puerto Rico, México y Costa Rica son algunos de ellos.
Trabaja con su esposo e hija, se siente útil, productiva y tiene independencia económica. Todo esto es, para ella, sinónimo de vida. “Yo vivo el día a día, estoy feliz con lo que hago, todo lo que venga es ganancia. Las mujeres somos capaces de hacer muchas cosas, pero a veces no encontramos el enfoque, es importante centrarnos en algo que nos guste, eso empodera. Soy apasionada por las manualidades, me distraen, hago algo útil, para mi es una terapia”, afirma Mabel.