A propósito del Día de la Cero Discriminación, que es cada primero de marzo, recordamos la campaña que lideró el año pasado Carlos San Juan. Este médico urólogo español redactó cartas, habló en medios de comunicación y llegó al parlamento donde obtuvo el Premio Ciudadano Europeo 2022. Esto por haber logrado cambios frente al sector bancario, que excluía a la población mayor de sus servicios. Consiguió que la tuviera en cuenta al decidir su manera de operar dándole una atención personalizada y más humana.
A su campaña, denominada ‘Soy Mayor No idiota’, se unieron 600.000 firmantes. Los firmantes apoyaron su queja ante el cierre de sucursales bancarias físicas en España y los horarios de atención limitados en las pocas oficinas de atención presencial que quedaban.
Muchas personas mayores sintieron que sus derechos se estaban vulnerando con este cambio, ya que se les dificultaba acceder a su propio dinero por medio de cajeros electrónicos o aplicaciones web.
San Juan, de 78 años, mencionó en su petición: “Muchas personas mayores están solas y no tienen nadie que les ayude, y otras muchas, como yo, queremos poder seguir siendo lo más independientes posibles también a nuestra edad. Pero si todo lo complican y cierran las oficinas, están excluyendo a quienes nos cuesta usar Internet y a quienes tienen problemas de movilidad”.
La campaña evidenció la discriminación que existe hacia la población mayor (en este caso al no considerar que no está tan familiarizada con lo digital). También demostró la autodeterminación de esta misma población para expresar sus inconformidades.
La Nota estadística. Personas mayores en Colombia: hacia la inclusión y la participación muestra que la razón principal por la cual las personas mayores de 60 años no usan internet es porque no saben usarlo (60,5 %). Las otras razones son que no lo consideran necesario (26,8 %) y es muy costoso (9,9 %).
Mayores y jóvenes en desventaja
La edad es un factor por el cual se discrimina en el mundo. Según Naciones Unidas, se calcula que una de cada dos personas en el planeta tiene actitudes edadistas, esto es que discrimina por razón de la edad. Las personas mayores y las jóvenes son las que suelen ser discriminadas por este motivo.
Esta discriminación por edad se traduce en la falta de acceso a servicios básicos, así como a la participación en la toma de decisiones. Algo similar a lo que sucedió durante la pandemia por covid-19. En ese momento se aplicaron medidas preventivas a adultos mayores y niñas y niños sin consultarlos.
En el caso de las personas mayores, la respuesta a los límites en la movilidad y la prestación de servicios durante la pandemia fue ‘La revolución de las canas’, que se dio en diferentes lugares.
La psiquiatría Lina González, líder de Salud y Bienestar en la Fundación Saldarriaga Concha, explica que en pandemia se les quitó autonomía a las personas mayores al no preguntarles cómo querían vivir esa situación. Además, dice, fueron víctimas de actos de maltrato psicológico y negligencia.
“Negligencia es dejar de hacer lo necesario por alguien, en este caso, porque ya está viejo. Por ejemplo, lo que ocurrió en la pandemia con los ventiladores. Se les daba prioridad a los más jóvenes. La persona que tiene 80 años o más para qué el ventilador, si tengo una persona de 20 y el de 80 se va a morir”, recuerda.
Estos actos discriminatorios se suman a los viven las personas mayores en su cotidianidad. Por ejemplo, Luisa Fernanda Aldana Cortés, de 65 años, cuenta una experiencia. Dice que ha sentido discriminación de la EPS y en general de la atención en salud que se brinda en Armenia, en donde vive actualmente. Siente que a algunos médicos que la han atendido, después de un accidente que tuvo, les ha faltado empatía con su caso y que es algo que les sucede a otras personas mayores.
“Tenemos que ser más empáticos con el sentir de las personas porque todos tenemos una historia. Todos hemos tenido historias muy complicadas. Creo que la medicina ha perdido esa sensibilidad hacia sus pacientes. La gente vive en un estado de desconexión con los demás y, con el adulto mayor se debe poner más atención a sus necesidades”, expresa.
Discriminación, realidad social
La discriminación es una realidad que afecta a muchos grupos poblacionales en la sociedad. Por esto, el Día de la Cero Discriminación, instituido por la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) en 2013, hace un llamado al respecto. El llamado es a promover el fin de todas las formas de discriminación y celebrar el derecho de todas las personas a vivir una vida plena y productiva con dignidad.
Esta fecha fue establecida después de que el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/sida (ONUSIDA) pusiera en marcha su campaña en favor de la discriminación cero en el Día Mundial de la Lucha contra el Sida.
“Discriminar es dañar los derechos de alguien simplemente por ser quien es o por creer en lo que cree. La discriminación es nociva y perpetúa la desigualdad. Todos tenemos derecho a ser tratados por igual, con independencia de nuestra raza, etnia, nacionalidad, clase, casta, religión, creencias, sexo, género, lengua, orientación sexual, identidad de género, características sexuales, edad, estado de salud u otra condición”, se lee en la página web de Amnistía Internacional.
El llamado no es escuchado
A diario el llamado de Amnistía Internacional no es escuchado, pues se presentan casos de discriminación. Las mujeres y las niñas son una población que ha sido víctima de discriminación a lo largo de la historia. Lo mismo que las personas con discapacidad, los indígenas, los afrodescendientes y la población LGBTIQ+
“Unos 15 millones de niñas nunca aprenderán a leer y a escribir y 300.000 mujeres mueren anualmente por causas relacionadas al embarazo. En América Latina, hay 124 mujeres que viven en extrema pobreza por cada 100 hombres. En Colombia casi el 50% de mujeres en hogares rurales no tienen acceso a la asistencia médica cuando van a dar a luz”, dice un informe de ONU Mujeres.
Luz Piedad Gutiérrez Barreto, de 67 años, dice que en muchas ocasiones se ha sentido discriminada. Se ha sentido discriminada no solo por la edad, sino también por ser mujer y por estar sola. Recuerda que una vez cuando fue sola a Cartagena bajó al lobby del hotel a preguntar por los planes de buceo, los muchachos atendieron, la miraron y se burlaron de ella. “Me fui para otra oficina de turismo y cumplí mi sueño. Se burlaron porque me vieron sola y mayor”, recuerda.
Su mensaje, ante la discriminación, es que nos vean a todos como los seres humanos que somos. «Tanto hombres como mujeres merecemos respecto. Estemos solas o acompañadas, viejas o jóvenes”, agrega.
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