Este artículo demuestra que el emprendimiento puede ser un proyecto de vida posible para las personas con discapacidad. Lo hace a través de tres emprendimientos apoyados por la Fundación Saldarriaga Concha y en Banco Interamericano de Desarrollo.
Hace siete años, Jenny Paola y su esposo Henry trabajaron como vendedores en una empresa de productos de aseo. Allí vieron que existía una oportunidad de mercado para productos de limpieza más prácticos y novedosos con aromas y colores diferentes, y les surgió la idea de crear PractyAseo.
“Comenzamos con la venta puerta a puerta. Al principio había días en los que no vendíamos nada, no es fácil convencer a las personas de que cambien la marca a la que están acostumbrados. Íbamos por los barrios enseñándole a las amas de casa nuestros productos y poco a poco fuimos creciendo a partir del voz a voz”, cuenta Jenny.
Una de las primeras ayudas que recibió para hacer crecer su negocio, la encontró en el Centro de Inclusión Social, CADIS, de San Mateo, Soacha. “Me acerqué a CADIS porque me di cuenta de que mi esposo se encargaba de casi todo en la empresa y quería ayudarle mucho más. Fui para saber qué programas ofrecían para personas con discapacidad y me hablaron de una capacitación que estaba haciendo la Cámara de Comercio, sobre cómo crear un modelo de negocio”.
A la hora de identificar las barreras que impiden que la población con discapacidad pueda emprender, las de carácter actitudinal son quizá las más frecuentes. “Existe una falta de confianza en las capacidades propias, algo que muchas veces es infundido por sus familias y la misma sociedad. Esto provoca que no sean conscientes del potencial que tienen”, señala Alba Doris Rojas, directora ejecutiva de la Fundación Amigos con Calor Humano.
“Cuando uno tiene una discapacidad vive con la idea de que no se puede salir adelante, de que no es posible crear un negocio y hacerlo crecer. Y aunque es difícil enfrentar las miradas de todo el mundo y las oportunidades para nosotros a veces no son muchas, gracias a mi empresa hoy puedo demostrar que sí se puede”, concluye la emprendedora.
En el 2019, Jenny se vinculó con la Fundación Saldarriaga Concha a través del proyecto de Modelo de Inclusión Económica para Personas con Discapacidad, que desde el 2018 desarrolla en convenio con el Banco Interamericano de Desarrollo, BID.
“Ahora estamos en un proceso de formación en el que contamos con un mentor que nos ha ayudado a fortalecer el tema de marca, algo muy importante porque cuando uno monta un negocio piensa solo en fabricar y vender, pero casi nunca en una estrategia”, comenta Jenny.
Actualmente, PractyAseo tiene un portafolio de 20 productos que incluyen jabones, suavizantes, desinfectante para pisos, ambientadores, cera, entre otros. Están ubicados en San Mateo Soacha, detrás del Hospital Cardiovascular. El emprendimiento incrementó sus ventas en ventas en 179% entre enero de 2019 y agosto de 2020.
Un Modelo de Inclusión Económica para Personas con Discapacidad
El 24 de enero de 2018, la Fundación Saldarriaga Concha y el Banco Interamericano de Desarrollo firmaron un convenio de cooperación con el objetivo de desarrollar un Modelo de Inclusión Económica para Personas con Discapacidad.
Dicho convenio contempla dos grandes componentes de intervención: el primero, ejecutado en alianza con la organización Best Buddies Colombia, está diseñado para trabajar las habilidades socioemocionales de las personas con discapacidad que buscan empleo e incrementar sus posibilidades de vinculación laboral. Como resultado, a la fecha, 190 personas han sido formadas en habilidades blandas, 20 organizaciones recibieron la transferencia de la metodología y 20 empresas fueron sensibilizadas sobre el valor de la contratación de este grupo poblacional.
El segundo componente es ejecutado por la Fundación Saldarriaga Concha y está enfocado en fortalecer emprendimientos creados por personas con discapacidad para que se conviertan en empresas incluyentes.
En este campo de acción se han beneficiado tres emprendimientos: PractyAseo, que produce y comercializa productos de aseo para el hogar, Belavita Miel Silvestre, una unidad productiva de la Asociación Colombiana de Personas con Esquizofrenia y sus Familias – ACPEF y Gran Pradera Chicharrones, liderado por Jaderson Chavarro y Argenis Bergaño, dedicado a la producción y comercialización de chicharrones tipo snack.
“Lo primero que hicimos fue identificar emprendimientos de personas con discapacidad ubicados en Bogotá y Soacha, y con el apoyo de expertos en desarrollo empresarial seleccionamos tres iniciativas que hemos acompañado durante dos años con resultados muy satisfactorios en temas de ventas, organización empresarial, marketing, entre otros”, señala Juan Pablo Alzate de la Fundación Saldarriaga Concha.
“Cuando comenzamos a asesorar a los emprendimientos no tenían muy claros aspectos como cuánto gastaban y cuánto ganaban, también, mezclaban los gastos de la familia con los gastos del negocio. Hoy todos cuentan con un sistema contable e indicadores que les permiten saber cómo va el negocio”, cuenta sobre esta experiencia, Santiago Páez, uno de los mentores que ha dispuesto la Fundación para este proceso.
Belavita Miel Silvestre, es una unidad productiva de la Asociación Colombiana de Personas con Esquizofrenia y sus Familias – ACPEF, que inició como un taller de habilidades para el trabajo. “Sabiendo de las dificultades de las personas con discapacidad para acceder al mercado laboral iniciamos esta línea de emprendimiento como parte del programa Recuperarte, para que no solo beneficiara a nuestros asociados sino también a nosotros como organización civil sin ánimo de lucro”, explica Gloria Nieto de Cano, directora de ACPEF.
Belavita Miel Silvestre fomenta el voluntariado corporativo para lograr el envasado de miel proveniente de apiarios ubicados en el Atlántico. Aunque su nicho correspondía inicialmente a los asociados, hoy realizan comercialización a través de algunos distribuidores. Las ventas reportadas entre enero de 2019 y septiembre de 2020 se incrementaron en 119%.
“La mentoría que estamos recibiendo por parte de la Fundación Saldarriaga Concha nos ha permitido evolucionar de una idea inicial a constituir un proyecto empresarial sostenible. Definimos nuestro propósito y propuesta de valor, así como los objetivos a corto y largo plazo. Trabajamos en el diseño de nuestra marca y ahora estamos incursionando en las redes sociales y ampliando el mercado más allá de nuestra red propia de familias”.
“Al inicio nadie creía en nuestro proyecto, no teníamos experiencia”: Jaderson Chavarro
Tras trabajar en una empresa de chicharrones bajo unas condiciones laborales mínimas, Jaderson Chavarro y su esposa Argenis Bergaño decidieron comenzar su propio proyecto en el mundo de los snacks.
Gran Pradera Chicharrones es un emprendimiento que está dedicado a la producción y comercialización de chicharrón. “Al inicio nadie creía en nuestro proyecto, nosotros no teníamos ningún tipo de experiencia, pero sí muchas ganas de salir adelante”, expresa Jaderson.
Cuatro años después de constituida la empresa, Jaderson cuenta con una fábrica ubicada en el barrio Ducales, del municipio de Soacha, Cundinamarca, donde producen cuatro sabores de chicharrón: natural, picante, BBQ y limón, así como una red de distribuidores que se encarga de llevar sus productos a las tiendas.
“En este momento nosotros estamos en un nivel mucho más alto. Hemos aumentado nuestras ventas un 26% y estamos muy contentos con el conocimiento que hemos podido acumular”.
Además de ser uno de los emprendedores beneficiarios del Modelo de Modelo de Inclusión Económica para Personas con Discapacidad desarrollado por la Fundación Saldarriaga Concha en convenio con el Banco Interamericano de Desarrollo, Jaderson es también uno de los ganadores de la convocatoria del Fondo Emprender ‘Sin límites’ del SENA, que dispuso en el 2019 de 3 mil millones de pesos para impulsar 38 nuevas iniciativas empresariales de personas con discapacidad.
En el futuro, Jaderson quiere que Gran Pradera Chicharrones no solo se convierta en una marca con presencia a nivel nacional, también espera poder ser una empresa incluyente. “Queremos dar trabajo a otras personas con discapacidad, amas de casa y personas de la tercera edad. Esa va a ser nuestra forma de aportar un granito de arena para mejorar la vida de estas poblaciones”, concluye.
Identificar a los emprendedores con discapacidad, un reto
De acuerdo con el informe Monitor Global de Emprendimiento (GEM) 2018-2019, Colombia ocupa el séptimo puesto a nivel mundial en el nacimiento de emprendedores. El año pasado se crearon 309.463 empresas. Sin embargo, hoy en día no existen cifras que permitan saber cuántos de estos emprendimientos corresponden a personas con discapacidad.
“Este es un tema en el que la fundación ha insistido mucho y es que sea posible que cuando una persona vaya a registrar una empresa en la Cámara de Comercio, se le haga alguna pregunta que permita identificar si tiene una discapacidad”, explica Juan Pablo Alzate, Líder de Generación de Ingresos de la Fundación Saldarriaga Concha.
De la situación laboral de esta población, en cambio, el Censo realizado por el DANE en el 2019 sí arrojó algunos detalles: de las 3,1 millones de personas con discapacidad que hay en Colombia, el 26,7% de los encuestados dijo haber trabajado por lo menos una hora en una actividad que le generó algún ingreso; 25,4% realizó oficios del hogar; 16,4% estaba incapacitado de manera permanente para trabajar, y 8,7% vivía de una pensión o alguna renta.
El 8,2% manifestó encontrarse en una situación distinta: el 7,7% ocupaba su tiempo en algún estudio; 3,5% buscó trabajo; 2,6% no trabajaba en ese momento, pero había tenido un empleo o negocio por el que recibía algún ingreso, y 0,8% trabajó o ayudó en algún negocio, pero sin pago.
En resumen, solo el 29,1%, es decir, 3 de cada 10 personas con discapacidad ha recibido alguna vez un ingreso por su trabajo. Este panorama hace que el emprendimiento se convierta en una opción por fortalecer, sin embargo, la falta de información impide formular políticas o programas que atiendan las necesidades específicas de esta población en materia de formación, financiación, capacitación y comercialización.
“La mayoría de las instituciones y organizaciones que trabajan por las personas con discapacidad se enfocan en la inclusión laboral, pero son realmente muy pocas las que se dedican a impulsar el emprendimiento. Es necesario fortalecer los sistemas de información relacionados con la identificación de emprendimientos y la oferta con enfoque diferencial para que las personas con discapacidad que tengan una idea de negocio o uno ya en operación puedan encontrar el apoyo necesario en los ecosistemas de emprendimiento de sus ciudades”, Y lo más importante, concluye Juan Pablo Alzate, Líder de Generación de Ingresos de la Fundación Saldarriaga Concha, es que tanto las personas con discapacidad como sus familias entiendan que el emprendimiento es una alternativa real que tienen para desarrollar su vida productiva. “Si una persona con discapacidad tiene una idea, está en toda la capacidad para desarrollarla y convertirse en un empresario exitoso. Hay muchos casos que lo demuestran.”
Conozca el documento de sistematización de esta experiencia aquí.