Esclerosis múltiple
29 mayo, 2018

La esclerosis múltiple afecta en su mayoría a adultos jóvenes y algunas de sus manifestaciones clínicas son perdida de la visión, alteraciones en los movimientos extraoculares, debilidad, y alteraciones en la vejiga, entre otras alteraciones.

Se presenta en menos de 1 por cada 100000 habitantes y más de 100 por cada 100000 habitantes, dependiendo de la región (Ropper, Samuels, & Klein, 2014), y es alrededor de dos veces más común en las mujeres que en los hombres (Alonso & Hernán, 2008).

La esclerosis múltiple se divide en 4 subtipos que son:

i) síndrome clínico aislado.
ii) recaída-remisión.
iii) primariamente progresiva.
iv) secundariamente progresiva.

Los pacientes que presentan un síndrome clínico aislado, definido como un primer episodio con hallazgos sugestivos de esclerosis múltiple, tienen un pronóstico variable de acuerdo con el hallazgo o no de lesiones en los estudios de resonancia magnética. Los pacientes con lesiones en resonancia magnética en este primer episodio tienen una probabilidad del 60% de progresar a alguna de las otras 3 variantes, mientras que, en los pacientes sin lesiones, el 20% progresa a EM.

El subtipo recaída-remisión son los pacientes que presentan un episodio de la enfermedad, y después de la resolución del mismo vuelven a recuperar su funcionalidad casi en la totalidad. La variante primariamente progresiva son aquellos pacientes que, desde los episodios iniciales de la enfermedad, no recuperan la función cuando el episodio se resuelve. Esta es la forma más severa de la enfermedad y la presentación más rara. Por último, la variante secundariamente progresiva, que son los pacientes que inician como un subtipo recaída remisión en quienes posteriormente la enfermedad se vuelve progresiva, dejando de recupera la función después de los episodios de la misma (Ropper et al., 2014). En Colombia el subtipo más común es recaída-remisión (Jiménez-Pérez et al., 2015), al igual que en el resto del mundo donde se presenta en 80% de pacientes. Este subtipo tiende a generar un menor grado de discapacidad en los pacientes que las variantes progresivas (Albuquerque, Geraldo, Martins, & Ribeiro, 2015). Sin embargo, está comprobado que tras 15 años de evolución de la enfermedad 50% de los pacientes requieren ayuda para caminar (Noseworthy, Lucchinetti, Rodriguez, & Weinshenker, 2000).

Con respecto al manejo de esta condición, existen tres tipos de tratamiento: el tratamiento para las recaídas, los medicamentos modificadores de la historia natural de la enfermedad y los tratamientos sintomáticos. El tipo de tratamiento que recibe el paciente y el medicamento especifico, está definido por el subtipo que padece y el grado de discapacidad que presenta (Albuquerque, Geraldo, Martins, & Ribeiro, 2015).

La mayoría de las personas con esta enfermedad presentaran al menos un grado de discapacidad durante la evolución de la misma.

Esto se ve reflejado en que la esclerosis múltiple la condición neurológica que más se asociado con discapacidad en adultos jóvenes y la segunda causa de discapacidad neurológica en adultos jóvenes después del trauma (Noseworthy et al., 2000). Además, es el contribuyente número 13 en perdida de años de vida ajustados por discapacidad (DALYs, por su sigla en inglés) entre las condiciones neurológicas, a pesar de tener una prevalencia muy baja en la población (GBD 2015 Neurological Disorders Collaborator Group, 2017). Con respecto al tipo de discapacidad que presentan estos pacientes, un estudio de la cohorte del condado de Olsmted en Minnesota, mostro que un tercio de los pacientes presentaban paraparesia, paraplejia o cuadriplejia, 25% presentaban disfunción en la vejiga con requerimiento de cateterización intermitente o permanente, 28% no podían mantenerse económicamente, y 3.7% presentaban demencia o algún grado de disfunción cognitiva. En este estudio también se evidencia que el 53% de los pacientes se encontraban trabajando tiempo completo (Rodríguez et al., 1994).

En la calidad de vida el deterioro más evidente para los pacientes es en las áreas de vitalidad y estado de salud general, mientras que reportan un deterioro menor en la función sexual y la socialización. No existen diferencias en la calidad de vida entre hombres y mujeres, entre diferentes estados civiles, ni tipos de tratamiento. Los pacientes de menor edad reportaban un mejor desempeño en su función física y sexual. Por otra parte, estar empleado se asoció con una mejor función física, al igual que no presentar secuelas de la enfermedad.

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