Hablamos con dos expertos sobre qué podemos hacer para proteger la salud mental en tiempo de cuarentena.
Actualmente cerca de mil millones de personas en el mundo se encuentran confinadas a causa del nuevo coronavirus. Y aunque el aislamiento como método drástico para frenar la expansión de las epidemias no es algo nuevo, sí se trata de un escenario sin precedentes en la sociedad colombiana que puede conllevar situaciones de estrés e incertidumbre.
Un estudio publicado por la Revista The Lancet hizo una revisión de la evidencia que existe sobre el impacto negativo que la cuarentena puede tener en la salud mental de las personas.
La mayoría de los estudios tenidos en cuenta informaron efectos psicológicos como confusión, enojo, frustración aburrimiento y hasta estrés postraumático.
“Esto sucede porque el confinamiento implica una ruptura en la vida cotidiana de las personas”, explica el médico psiquiatra, Jorge Mc Douall. La imposibilidad de no poder llevar a cabo actividades diarias como ir al trabajo, al supermercado o al gimnasio, sumado a la amenaza que representa la enfermedad para su propia salud y la de sus familias, genera en las personas una sensación de pérdida de control sobre sus vidas que puede derivar, incluso, en algunas molestias físicas como dolor de cabeza, perdida del sueño o muchas ganas de dormir.
Todos estos síntomas son completamente normales y saber reconocerlos es clave a la hora de aplicar estrategias de contención. Dentro de las ‘Consideraciones psicosociales y de salud mental durante el brote de Covid-19’ elaborado por la Organización Mundial de la Salud -OMS, se habla de la importancia de prestar atención a las propias necesidades y sentimientos: “Ocúpese de actividades saludables que le gusten y que encuentre relajantes. Haga ejercicio regularmente, mantenga sus rutinas habituales de sueño y consuma alimentos saludables”, reza el documento.
Lina María Ballesteros, médica psiquiatra Líder de Salud y Bienestar de la Fundación Saldarriaga Concha, aconseja darle continuidad, en la medida de lo posible, a las actividades que se llevaban a cabo antes del confinamiento: “Si usted usualmente de levanta a las seis de la mañana para ir a trabajar, continúe haciéndolo. Despiértese, arréglese, desayune y haga sus labores. Tener una agenda diaria no solo lo mantendrá ocupado, sino también activo mental y físicamente”.
En este camino una buena práctica, comenta Ballesteros, es respetar la estructura de la casa: comer en el comedor, dormir en la habitación, trabajar en el estudio o en un espacio dedicado para eso. “Si nos pasamos todo el tiempo en la habitación y no nos levantamos de la cama va a aumentar el riesgo de depresión y otras enfermedades asociadas”, concluye.
Síndrome de la cabaña de verano
Uno de los diagnósticos que ha evidenciado la actual crisis de salud es la falta de capacidad de respuesta que tiene la sociedad frente al confinamiento, comenta el doctor Jorge Mc Douall. “A las personas les cuesta mucho trabajo estar solas demasiado tiempo o con la familia. Es como si nos hubiéramos acostumbrado a que la familiaridad es algo que solo se vive en las noches o los fines de semana”.
Para explicarlo, el experto habla del Síndrome de la cabaña de verano. “Es lo que ocurre al quinto o sexto día del paseo. Hay un punto en el que las personas empiezan a desesperarse unos con otros y se irritan por cosas pequeñas como la forma en la que el otro come o los ruidos que hace. Eso nos pasa a todos los seres humanos”.
En sociedades como la sueca, continua Mc Douall, en las que el confinamiento no es algo nuevo -pues gran parte del año las personas deben permanecer en sus casas a cuenta del invierno-, es más fácil desarrollar una capacidad de respuesta saludable.
Sin embargo, en el contexto colombiano el encierro nos vuelve vulnerables: “Es paradójico. Las personas suelen reclamar más tiempo para estar con ellas mismas o con sus seres queridos. Pero cuando lo tienen no cuentan con las destrezas sociales y personales para que ese encuentro se dé de manera fácil”.
Esas competencias no son algo que se desarrollen de la noche a la mañana, pero el experto afirma que una forma es propiciar los espacios de encuentro: para las personas que están confinadas con sus familias, es clave lograr tanto espacios
de encuentro privados donde cada uno tenga la oportunidad de desarrollar sus propias actividades, como espacios comunes en los que se promueva la interacción y la conversación. “Estos espacios comunes no deben ser forzados y se pueden generar alrededor de actividades simples como la cena, un juego de mesa, una película”, afirma.
“Seguramente habrá también espacios de desencuentro que nos pongan irritables. En ese caso, lo mejor es hablarlo, mantener la cordialidad y, si se prefiere, recurrir al espacio privado”, aclara.
En las personas que se encuentran solas durante la cuarentena o están aisladas, funciona de la misma manera. Alimentar el espacio privado con acciones que brinden bienestar es fundamental. No obstante, el aislamiento no debe ser razón para perder los espacios de socialización y, en este caso, Internet puede resultar una herramienta muy útil, aunque de doble filo.
“Internet es el medio para interactuar con la familia, los amigos y continuar con los compromisos laborales. Pero debemos aprender a dosificar el tiempo y los contenidos que consumimos ahí, de lo contrario se convertirá en una razón más de angustia”, afirma la doctora González. Aquí la OMS advierte: “Un flujo casi constante de noticias puede llevar a que una persona se sienta ansiosa. Busque actualizaciones de la información y orientación práctica a ciertas horas del día, procedente de profesionales de la salud y del sitio web de la OMS; además, trate de no escuchar ni de dar seguimiento a los rumores que le hagan sentir incómodo”.
Lo que aconseja González es que limite las noticias sobre el virus solamente una vez al día y que las fuentes que consulte sean oficiales, como el Ministerio de Salud o la Organización Mundial de la Salud. También agrega que en el caso de las personas mayores, recomienda que la hora de ver noticias no sea en la noche, porque esta actividad sube los niveles de ansiedad y puede afectar el sueño.
Entre más edad, menor capacidad de adaptación, pero mayor resiliencia
Durante la cuarentena las personas mayores, indica la OMS, en especial si están aisladas y tienen algún deterioro cognitivo o demencia, pueden volverse más ansiosas, enojadas, estresadas, agitadas y retraídas. “Entre más edad hay menos capacidad de respuesta ante los cambios y menos flexibilidad”, explica Jorge Mc Douall.
Por eso es clave que sus familias o cuidadores suministren apoyo práctico y emocional. Aquí, precisa la OMS, es importante trasmitirles datos sencillos sobre lo que está pasando y las maneras de reducir el riesgo de contagio, y repetir la información las veces que sea necesario.
La doctora González agrega que es propicio reforzar el contacto a través de llamadas telefónicas y promover espacios para compartir y dialogar de temas distintos a los del coronavirus y otras noticias catastróficas que hay alrededor del tema.
Las oportunidades para intercambiar anécdotas y contar historias pueden ser muy provechosos para ellos.
Otra cosa para tener en cuenta es que, si bien el proceso de adaptabilidad puede ser mucho más lento en las personas mayores, no debemos perder de vista su capacidad de resiliencia. “En la Fundación Saldarriaga Concha hemos hecho investigaciones donde se ha evidenciado que esta población termina siendo, incluso mucho más resiliente que los jóvenes. Y nosotros tenemos que avocar a esa habilidad de sobreponernos a las crisis”, afirma Lina María Ballesteros.
También es importante ver más allá de la pandemia. Aunque es inevitable que los pensamientos negativos se hagan recurrentes, no debemos bloquearlos sino, más bien, darnos la oportunidad de evaluarlos razonablemente y luego dejar que fluyan. Mirar hacia adelante.
“Muchos perciben como si el tiempo se hubiera detenido de un momento a otro, como si ya no existiera un futuro. Y lo que tenemos que hacer es que continuar teniendo planes y expectativas, y aprovechar esta crisis para sacar lo mejor de nosotros mismos. En estos momentos, cuidarnos nos permite cuidar a otros y esto es básico para entender que solo trabajando juntos vamos a poder superar la pandemia”, concluye González.
Por último, es normal que el confinamiento genere irritabilidad y lo importante es aprender a manejarlo. Para esto, González recomienda que se hable sobre lo que lo irrita, ojalá con personas que sean capaces de escuchar, y que recurra a herramientas como la oración –en el caso de quienes practiquen alguna religión- o utilicen técnicas de meditación, mindfullness o respiración, que se pueden encontrar fácilmente en internet.
Consejos para cuidar la salud mental en tiempo de confinamiento:
- 1. Destine un espacio de la casa para cada actividad. Evite pasar todo el tiempo en su dormitorio.
- 2. Dedique tiempo para compartir en familia, pero también saque tiempo para poder estar solo. Hable sobre historias del pasado, no concentre la conversación en las noticias del día.
- 3. Mantenga las rutinas y haga una agenda de actividades que le gusten. Trate de llevarla a cabo.
- 4. Bájele la frecuencia a ver o escuchar noticias y a consultar redes sociales sobre la crisis.
- 5. Observe los pensamientos negativos que tiene, revise qué tan reales pueden llegar a ser y cuando logre entender que no está pasando nada tan grave como se imaginó, deseche esos pensamientos.
- 6. Esté en contacto con amigos y familiares que le sirvan de apoyo y compañía. Llame por teléfono, oiga la voz de los otros o si puede haga videollamadas.
- 7. Hable sobre lo que le molesta o lo irrita, maneje la irritación con oración, meditación, ejercicio o actividades que lo relajen.
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