En este artículo hablaremos de las diferentes alternativas de protección económica en la vejez que utilizan las personas mayores en Colombia. Estas son: Pensiones, subsidios del Estado, pensiones voluntarias, ahorros propios y rentas, ayudas familiares, trabajo o emprendimiento.
En Colombia hay 6,8 millones de personas mayores según proyecciones del DANE para el 2020. Para proteger económicamente a esta población, el sistema de protección para la vejez en el país contempla formalmente tres mecanismos.
En la parte alta de la pirámide está el Sistema General de Pensiones (SGP), gracias al cual 1.611.630 personas reciben hoy una pensión, es decir, el 23%; en la mitad se encuentran los Beneficios Económicos Periódicos o BEPS que entregan un ingreso vitalicio a 27.914 colombianos, y en la base de la estructura se ubica el programa Colombia Mayor con 1.698.000 beneficiarios.
Si sumamos la cobertura que actualmente tienen estas tres alternativas, podemos concluir que, aproximadamente, 3.500.000 personas mayores de 60 años no están protegidas económicamente o reciben ayudas de otro tipo.
Por ejemplo, la Misión Colombia Envejece, un estudio realizado en el 2015 por la Fundación Saldarriaga Concha y Fedesarrollo, estima que el 9% de las personas mayores vive de ingresos bancarios o rentas; la tercera parte depende de ayuda de las familias, y más del 30% de la población mayor de 60 años y el 7% de la mayor de 80 aún trabaja.
“Evidentemente la mejor alternativa para la protección económica en la vejez son las pensiones” dice Juan Pablo Alzate, líder de Generación de Ingresos de la Fundación Saldarriaga Concha. Sin embargo, “El SGP requiere de una reforma estructural que no parece tener solución en el mediano plazo”.
Hoy, el 13% de los colombianos tiene más de 60 años, pero para el 2050 esa cifra ascenderá al 25%, de acuerdo con las proyecciones de la Misión Colombia Envejece. Con una población mayor en aumento se estima que el panorama no tenderá a mejorar, pues el porcentaje de personas que van a acceder a pensión seguirá siendo similar al actual. Por eso, plantea Alzate, es necesario que como sociedad y de manera individual, los colombianos pensemos en otras formas de protección económica en la vejez.
El objetivo de este especial será mostrar las opciones actuales y las alternativas que existen, como los ahorros voluntarios, los BEPS, las hipotecas inversas y las posibilidades de trabajo y de emprendimiento que tienen las personas mayores en Colombia.
Hablemos de pensiones
Hoy hay en el país unos 1,6 millones de pensionados de los cuales, el 80% recibe entre uno y dos salarios mínimos al mes.
En Colombia existen dos regímenes de pensiones. El Régimen de Prima Media (RPM) administrado por Colpensiones y el Régimen de Ahorro Individual Solidario (RAIS) gestionado por los Fondos Privados de Pensiones.
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Régimen de Prima Media:
A través de este régimen, 1 millón 416 mil personas reciben su pensión actualmente. A julio de 2020 había más de 6 millones 830 mil personas afiliadas a la entidad, de las cuales casi el 37% se encontraban activos para el mes en mención y cerca de un 80% cotizaban por un salario mínimo (SMMLV).
Para acceder a la pensión del Régimen de Prima Media, las personas deben haber cumplido una edad mínima, que en hombres es de 62 años y en mujeres de 57, y haber cotizado por lo menos 1300 semanas.
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Régimen de Ahorro individual Solidario (RAIS):
Este régimen gestionado por las Administradoras de Fondos de Pensiones cuenta con 6.049.245 millones de cotizantes, según cifras de la Superintendencia Financiera de Colombia. Actualmente, 195.630 colombianos reciben pensión a través de este sistema privado.
En este régimen, el afiliado puede pensionarse cuando el total de su ahorro sea suficiente (110%) para poder financiar una pensión vitalicia de al menos un salario mínimo.
Los colombianos podemos cambiar de un régimen a otro hasta 10 años antes de la edad de jubilación. Para decidir qué régimen le conviene más a cada persona, los fondos de pensiones deben prestar un servicio de doble asesoría, donde puedan conocer los beneficios de cada sistema y tomar una decisión bien informada.
Sin embargo, a pesar de ser el instrumento más conocido de protección económica para la vejez en Colombia, el principal problema del SGP es su poca cobertura. Entre las razones de este déficit, están los bajos niveles de cotización asociados a la informalidad laboral, que dificultan el cumplimiento de las semanas mínimas requeridas para acceder a una pensión. A junio de 2020, de acuerdo con el DANE, la proporción de colombianos ocupados informales en las 23 ciudades principales del país y sus áreas metropolitanas fue del 46,2%, es decir 4.289 personas, mientras que en la zona rural la informalidad alcanzó niveles del 80%.
El desconocimiento del sistema pensional es otra barrera de cobertura. Cifras de la Misión Colombia Envejece, a partir de un trabajo realizado con grupos focales, evidenciaron que el desconocimiento en la zona rural fue del 20,3% y en la zona urbana alcanzó el 79,7%.
El envejecimiento poblacional y el aumento en la expectativa de vida también aportan a ese déficit. “Estamos en un proceso de transición demográfica en donde la sociedad comienza a tener menos hijos y las personas tienen más años de vida. Eso configura un peso de las edades mayores y los sistemas de pensiones y protección da la vejez todavía no están pensados para la implicación que ese cambio social tiene”, explica Olga Lucía Acosta, experta de la Oficina de CEPAL en Bogotá.
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Beneficios Económicos Periódicos, una opción para los que no pueden cotizar al Sistema General de Pensiones
Alberto de Jesús Morales Restrepo, de La Tebaida, Quindío, dedicó muchos años de su vida a trabajar en el campo. Luego fue vigilante en Pereira y finalmente se mudó a Armenia donde, durante diez años, laboró sin poder cotizar a una pensión.
Hace cinco años, Alberto de Jesús se convirtió en el primer beneficiario de los Beneficios Económicos Periódicos (BEPS), una modalidad de ahorro pensada para que las personas que ganan menos de un salario mínimo mensual, y que no alcanzan a cotizar a pensión, puedan acceder a una anualidad vitalicia cuando llegue la edad de retiro.
Gracias al programa, Alberto de Jesús pudo trasladar los ahorros que tenía acumulados del tiempo en el que sí logró cotizar a pensión y ese saldo, que no le alcanzaba para tener una pensión a través del sistema tradicional, se convirtió en BEPS, en un ingreso vitalicio que recibe cada dos meses.
BEPS está administrado por Colpensiones, pero se trata de un esquema de ahorro independiente al sistema de pensiones. “Es para las personas que ya en edad adulta no se alcanzaron a pensionar, pero también está abierto para aquellas que ganan menos del salario mínimo, que son casi la mitad de los trabajadores en Colombia”, explica Juan Miguel Villa, presidente de Colpensiones.
Una de las características del ahorro en BEPS, explica Villa, es que es totalmente flexible. “Se puede ahorrar desde cinco mil pesos, que se pueden depositar en cualquier momento y no generan intereses en mora”. Además, los ahorradores reciben un subsidio por parte del Gobierno Nacional, que corresponde al 20% sobre el valor acumulado y que sirve para mejorar los niveles de ingresos que gozarán durante su retro.
Actualmente, BEPS cuenta con 1.454.916 vinculados y 27.914 personas que, como Alberto de Jesús, ya cuentan con una renta periódica para la vejez; el promedio de este ingreso es de 260 mil pesos, cada dos meses. “Reconocemos que el valor a veces es muy bajo y no alcanza para sostener a una familia, sin embargo, es una ayuda que está garantizada de por vida y que les permitirá a las personas complementar sus ingresos”, agrega Villa.
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Colombia mayor, un esfuerzo para aumentar la protección de la vejez desamparada
Colombia Mayor cuenta con más de 1 millón 698 mil beneficiarios, los cuales reciben un apoyo económico mensual entre 40 y 75 mil pesos. Los subsidios del programa se entregan bajo dos modalidades: un subsidio económico directo que se gira directamente a los beneficiarios y uno indirecto que se otorga en Servicios Sociales Básicos que comprenden alimentación, alojamiento y salubridad o medicamentos.
Este programa, que cubre aproximadamente al 24% de las personas mayores en Colombia, se financia con los aportes de los trabajadores formales al Fondo de Solidaridad Pensional, y está destinado a entregar subsidios a las personas mayores de los estratos 1 y 2 que no tienen acceso a pensión.
El problema más destacado del programa, según el informe de la “Misión Colombia Envejece” es que la ampliación de la cobertura no ha sido acompañada de un aumento paralelo en el presupuesto sino de una fuerte reducción de los beneficios por persona en los últimos años. “Actualmente, el beneficiario promedio recibe apenas el equivalente a una décima parte de un salario mínimo mensual”.
Otra barrera que se ha detectado en el programa ha sido la dificultad para reclamar el subsidio, en especial en algunos municipios donde los puntos de pago son muy retirados. Gracias al Censo 2018, hoy es posible georreferenciar la ubicación de los beneficiarios de Colombia Mayor, para buscar soluciones que les permita acceder a esta ayuda económica.
A pesar de esto, Colombia Mayor representa un esfuerzo importante que el Estado debe fortalecer para poder ayudar a muchos más adultos mayores que hoy se encuentran en condiciones de pobreza y que encuentran en el programa su única posibilidad de adquirir una ayuda económica.
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Pensiones voluntarias
El Sistema de Ahorro Pensional Voluntario contaba, hasta octubre de 2019, con 928.000 ahorradores y 21,3 billones de pesos ahorrados. Este sistema busca fomentar que las personas hagan contribuciones voluntarias adicionales a las que por obligación deben hacer al sistema pensional, para que en un futuro puedan tener una pensión más alta o una jubilación anticipada.
Para quienes mantengan los ahorros por lo menos durante 10 años, este ahorro trae otras ventajas: beneficios tributarios, la imposibilidad de ser embargados o el uso de estos fondos para la compra de vivienda con exenciones tributarias.
Por lo general, los ahorradores de esta modalidad son los individuos de mayores ingresos que tienen mayor capacidad de ahorro y no los trabajadores con los salarios más bajos.
Ahorros propios y rentas
Según la Misión Colombia Envejece, el 9% de las personas mayores, es decir unos 600 mil colombianos, viven de ingresos bancarios o rentas.
Los activos representan la gran mayoría del ahorro de los hogares en Colombia, en especial para los de menores ingresos. El más común es la vivienda como modalidad de ahorro para la vejez. “En el país muchas personas ahorran durante su vida para comprar una vivienda que le genere ingresos vía arrendamientos y de esa manera poder pagar sus gastos básicos.”, explica Juan Pablo Alzate, de la Fundación Saldarriaga Concha.
En el caso de las personas mayores, el 67% tiene vivienda propia. Sin embargo, por su naturaleza ilíquida, esta forma de acumulación de riqueza puede dar lugar a que existan hogares con patrimonio, pero sin ingresos para su vida diaria. Este fenómeno de pobreza oculta ha suscitado el estudio de nuevos mecanismos financieros como la renta vitalicia inmobiliaria, que consiste básicamente en un acuerdo de carácter privado en el que una persona recibe un ingreso amparado en su vivienda.
“Lo primero que hay que entender es que se trata de un mecanismo financiero y no una herramienta de protección social como sí lo son las pensiones”, aclara Juan Pablo Alzate, Líder de Ingresos de la Fundación Saldarriaga Concha. Por lo tanto, no es una obligación, pero sí una posibilidad que está ahí para quien la necesite.
“Si usted es una persona mayor de 65 años que tiene una casa, pero no cuenta con una entrada de ingresos fija como una pensión y no tiene como solventar sus gastos básicos y los del inmueble, puede hacer el avalúo comercial de esa propiedad y escoger entre tres alternativas”, explica Juan Pablo Alzate.
La primera es obtener un ingreso periódico vitalicio, que el banco desembolsará de forma periódica hasta el momento del fallecimiento del propietario del inmueble. En la segunda opción, el banco efectuará pagos periódicos por un tiempo determinado, y en la tercera, el propietario recibe, en un único desembolso, el valor total de la casa. “En las tres modalidades, el beneficiario puede seguir viviendo en su casa hasta el día en que fallezca, mientras cuenta con ese sustento económico”.
Uno de los retos que tiene por delante la Renta Vitalicia Inmobiliaria es, de acuerdo con Alzate, el tema de socialización y educación para que los usuarios tomen decisiones informadas y no mediadas por la necesidad.
Lo mismo piensa la economista Olga Lucía Acosta, experta de la Oficina de CEPAL en Bogotá: “Es un instrumento que el mercado debe tener pero que no es para toda la población. Por eso debe venir acompañado de un proceso de pedagogía para que las personas que se acojan a ella cuenten con toda la información necesaria”.
Ayuda de familiares
Otra forma de preparación para la vejez que sigue muy vigente en las familias colombianas, en especial de la clase media, es la inversión en la educación de los hijos, bajo el supuesto de que una vez los padres envejezcan, van a poder contar con su apoyo económico. “Sin embargo, está comprobado que esto no siempre se cumple. Existen muchos casos de abandono económico por parte de los hijos”, advierte Alzate.
Esto se debe, en parte, por el cambio estructural que han sufrido las familias en los últimos años. “Antes las estructuras familiares eran más grandes y era más fácil que entre varios hijos asumieran la responsabilidad de sus padres. Sin embargo, hoy las parejas tienen uno o dos hijos lo que dificulta que este escenario se pueda dar”, concluye Alzate.
Los adultos mayores en el mercado laboral
En Colombia más del 30% de la población mayor de 60 años y el 7% de la de 80 años o más aún trabaja. Mientras algunos deciden hacerlo por gusto y porque aún se sienten en la capacidad para continuar activos en el mundo laboral, otros, a falta de una pensión, apoyo familiar o ayuda de otro tipo, lo hacen por la necesidad de tener un sustento para ellos y sus familias.
“Promover que las personas mayores continúen trabajando no se trata de apoyar el trabajo indigno. Por el contrario, se trata de garantizar que lo hagan en condiciones dignas donde tengan todas las garantías”, explica Juan Pablo Alzate, de la Fundación Saldarriaga Concha.
Sin embargo, en el país existen diversas dificultades para que las personas mayores puedan ingresar y mantenerse en el sector formal, incluso para quienes a lo largo de su vida laboral hicieron parte de este sector.
Una de las razones es el bajo nivel educativo de este grupo poblacional; la Encuesta de Salud, Bienestar y Envejecimiento 2016 (SABE) indica que el 26% de las personas mayores de 60 años no sabe leer ni escribir y este porcentaje sube a 30% en mayores de 80 años. El mismo estudio asegura que el 16,5% de esta población no tiene ningún nivel educativo aprobado y solo el 53% logró terminar primaria.
Entre las recomendaciones que hace la Misión Colombia Envejece, se encuentra, precisamente, la implementación de políticas públicas dirigidas a disminuir los altos niveles de informalidad, particularmente en las zonas rurales del país, “con un énfasis en las capacidades técnicas de la fuerza laboral, constituyendo un elemento necesario para la preparación adecuada de los trabajadores actuales para que tengan en el futuro una vejez con mejores condiciones”.
Otras de las razones que dificultan la permanencia de las personas mayores en el mercado laboral es la concepción que se tiene en torno a la vejez. “Como sociedad estamos desperdiciando una cantidad enorme de potencial de trabajo y de productividad porque descartamos a las personas una vez cumplen la edad de jubilación. Pensamos que a los 60 años las personas están deterioradas física y mentalmente y esa no es la realidad en muchos casos”, dice Roberto Navas, director de la Fundación Arturo & Enrica Sesana (FAES).
De acuerdo con Navas, los actores que hacen parte del mercado laboral tienen el reto de reconocer las características de este grupo poblacional con el fin de lograr una mayor flexibilización laboral. El Estado por su parte, debe proveer las condiciones legales para incentivar su contratación.
En este camino se acaba de dar un paso importante en el país. El pasado mes de junio el senado aprobó la Ley del Empleo del Adulto Mayor, que busca “impulsar el empleo de las personas adultas mayores que no gozan de pensión, promoviendo la autonomía y autosuficiencia del adulto mayor, garantizando así el envejecimiento activo, satisfactorio y saludable de la población Colombiana”.
En la norma quedó establecido que los empleadores que estén obligados a presentar declaración de renta pueden acceder a beneficios tributarios si contratan a personas que no sean beneficiarias de pensión de vejez, familiar o de sobrevivencia y que hayan cumplido el requisito de edad de pensión.
De esta manera, las empresas que integren al menos un 2,5% del personal con mujeres mayores de 57 años y hombres mayores de 62 deducirán 120% de sus costos laborales. “Es un gana-gana donde los adultos mayores que no alcanzaron a pensión podrán completar el tiempo faltante”, explicó el representante a la Cámara y autor del proyecto José Daniel López, en su cuenta de Twitter.
La Ley, de acuerdo con López, brindará oportunidades a 95.000 adultos mayores que necesitan y quieren trabajar porque no se han pensionado y que, en muchos casos, “viven del rebusque y la caridad”.
El emprendimiento, nunca es tarde para generar ideas y recursos
Yineth trabajó 10 años como docente en Bogotá antes de mudarse a Sopó para dedicarse por completo a su familia y a aprender de las labores del campo. Hace seis años, sus mermeladas, famosas entre su familia y amigos cercanos y que había aprendido a preparar de su madre y su abuela, le valieron una invitación a la Feria de las Colonias. “Participé sin una marca, todo muy artesanal. Gustaron mucho y ahí empezó el sueño de consolidar una empresa”.
De Raka Mandraka es un emprendimiento de mermeladas artesanales que Yineth ha logrado sacar adelante a sus 69 años. “Mis productos son 100% naturales, sin colorantes artificiales, ni conservantes. Son de la casa, como se hacía antes, y eso ha hecho que los jóvenes sean unos de nuestros principales clientes: mis mermeladas les evocan las recetas de las mamás y las abuelas”.
Yineth fue una de las 312 personas que se presentó con su emprendimiento a la convocatoria del Fondo Plan Mayor, una iniciativa de la Alianza Plan Mayor, liderada por las fundaciones Saldarriaga Concha, Arturo y Enrica Sesana y Nelly Ramírez Moreno, con el propósito de crear mecanismos de financiación innovadores que ayuden a mejorar la calidad de vida de las personas mayores en Colombia.
“Quedamos gratamente sorprendidos porque confirmamos que hay un enorme potencial emprendedor en las personas mayores. En dos semanas, recibimos 312 aplicaciones desde distintos lugares del país, de emprendedores entre los 50 y 94 años. Después de un proceso de selección, se escogieron 12 finalistas a quienes vamos a apoyar con las herramientas necesarias para que sus negocios puedan crecer”, explica Roberto Navas, director de FAES.
The Longevty Economy, un estudio realizado por Oxford Economics, arrojó que en los últimos años en Estados Unidos, uno de cada tres negocios fue iniciado por un emprendedor de 50 años o más. El proyecto 50+plus Entrepreneurship Platform Europe, por su parte, habla del éxito detrás de los emprendimientos de este grupo poblacional: “gracias a su alta experiencia, su conocimiento y sus redes de contactos, las empresas iniciadas por las personas mayores tienen una tasa de supervivencia más alta que las empresas creadas por empresarios jóvenes”.
Juan Pablo Alzate, Líder de Generación de Ingresos de la Fundación Saldarriaga Concha advierte que, a pesar de que está demostrado que las personas mayores tienen grandes capacidades para aprender, en Colombia es difícil que una persona con más de 50 años pueda acceder a mecanismos de financiación y apoyo técnico para fortalecer su emprendimiento.
“Si una persona mayor tiene una idea de negocio y ha decidido que desarrollarla se convertirá en proyecto de vida en los próximos años, el estado debe garantizarle igualdad de condiciones en los programas públicos de emprendimiento, en las capacitaciones y en los créditos, para que pueda sacar adelante su empresa”, agrega Alzate.
Para Yineth, una de las finalistas del Fondo Plan Mayor, el emprendimiento ha significado para ella una experiencia enorme, que le ha dejado grandes satisfacciones: “Me ha ayudado no solo a generar recursos y tener más independencia económica, sino también a mantenerme activa física y mentalmente”. Ahora, su propósito es consolidar De Raka Mandraka en el mercado. Ella quiere llegar a más personas sin perder de visa que la suya, es una marca que quiere conservar, ante todo, su esencia artesanal.
Educación financiera, la clave para caminar seguro hacia la vejez
Al hablar de alternativas de protección económica en la vejez hay un común denominador y es la importancia de la educación financiera. “Este es un elemento central que no solo afecta a las personas mayores sino a todo el mundo y que debe trabajarse durante toda la vida desde la niñez”, concluye Juan Pablo Alzate, experto de la Fundación Saldarriaga Concha.
Como ya hemos visto, existen diversos mecanismos por los que las personas pueden optar: El Sistema General de Pensiones, el programa Colombia Mayor, el Sistema de Ahorro Pensional, los ahorros en activos, BEPS, la hipoteca inversa y posibilidad de continuar en el mercado laboral e incluso de emprender. Sin embargo, es necesario que las personas se informen debidamente para poder tomar la decisión que más les convenga.
“No hay una única solución y no todas son adecuadas para todo el mundo. Eso depende mucho de las condiciones de vida de cada individuo y de su perfil ocupacional”, advierte Alzate.
A una persona que tuvo altos ingresos durante su vida laboral, quizá le convenga pensionarse en Colpensiones porque en este régimen “la pensión equivale al promedio del salario que el cotizante recibió durante los últimos 10 años”.
Pero, si es un trabajador de ingresos bajos que recibe un salario mínimo, debería ver hacia el régimen privado, “allí el valor de la pensión se define a partir de lo que la persona ahorró, más los rendimientos financieros que ese saldo tuvo durante el periodo de cotización”.
Para las personas que se encuentran en la informalidad laboral, por su parte, los Beneficios Económicos Periódicos son una opción a considerar porque les permite ahorrar montos flexibles y obtener, llegada la edad de jubilación, un subsidio y un ingreso vitalicio asegurado.
Por último, continúa Alzate, un emprendedor no necesariamente está pensando en una pensión, “sino en hacer crecer más a su empresa por lo que es probable que busque invertir sus ganancias en, por ejemplo, finca raíz”.
Adquirir este tipo de educación es un trabajo que involucra tanto a las personas como al Estado, quien debe promover el “alfabetismo financiero” en los programas educativos y proveer información necesaria y pertinente que permita a los individuos tomar decisiones acertadas para su vejez.
“Personas más educadas financieramente actúan de manera más racional dentro del sistema, lo que conlleva a un funcionamiento más eficiente de la protección y los sistemas de ahorro”, concluye la “Misión Colombia Envejece”.